Uno de los antojitos mexicanos de origen poblano con mayor presencia en el país son los molotes, hechos de masa fresca de maíz, muy parecidos a una quesadilla frita.
Su nombre proviene del náhuatl moloctic, de acuerdo con el Diccionario de la Gastronomía Mexicana de Larousse.
En Puebla y Tlaxcala los molotes son similares a las quesadillas fritas que se cocinan en Veracruz o la Ciudad de México, y se elaboran con una tortilla de masa de maíz rellena de papa cocida, queso de cabra, sesos, tinga poblana o papas de longaniza, entre otros guisos.
Para su preparación, la masa se dobla en forma de media luna de unos 12 centímetros de largo y 6 de ancho, y se fríe en aceite o manteca de cerdo.
Los molotes también se hacen en los estados de Hidalgo, Oaxaca, Tlaxcala, San Luis Potosí y Veracruz, con variaciones principalmente en su relleno.
El origen de los molotes son la cocina prehispánica y colonial.
En Hidalgo, los molotes tienen forma de cilindro y se rellenan con carne de pollo o res y queso, ya fritos se acompañan con salsa y lechuga.
En Oaxaca, los molotes se elaboran con una tortilla pequeña, rellena de chorizo con papas, enrrollada para formar un molote oblicuo, antes de servir con una hoja de lechuga en compañía de frijoles negros o bien con salsa de frijol, queso fresco y rábanos.
En Juchitán se preparan molotes de plátano.
En San Luis Potosí, los molotes se preparan moliendo la masa de maíz con queso para elaborar unas gorditas que se rellenan de picadillos preparados con jitomate, pasas, almendras y acitrón, con forma de croquetas y servidos con lechuga picada.
En Xalapa, Veracruz, tienen forma de quesadillas pequeñas, los más comunes son de papa y queso, y se acompañan con salsa, mientras que en el norte del estado se rellenan con chorizo.
También en Veracruz, en Huatusco, se rellenan de sardina o carne molida con papa y se sirven con salsa de jitomate y col rallada.