Si estás buscando una experiencia inolvidable sin gastar mucho dinero, este Pueblo Mágico sin duda es la opción ideal, pues es el más barato de Puebla y tiene cinco atractivos que te van a encantar.
En 2012, el municipio de Pahuatlán fue nombrado Pueblo Mágico por su gastronomía, artesanías, cultura, tradiciones y su gente.
Doce años después, Pahuatlán sigue ofreciendo muchos tesoros por descubrir. Aquí te presentamos cinco lugares para visitar en este encantador destino.
En el corazón de Pahuatlán se encuentra Ahíla, una comunidad que alberga uno de los miradores más impresionantes y hermosos de la Sierra Norte de Puebla.
El Mirador de Ahíla está situado en la cima del Cerro del Cirio, a unos 1,750 metros sobre el nivel del mar. Desde aquí, puedes disfrutar de una de las vistas más espectaculares de este Pueblo Mágico, así como explorar las grutas y cuevas naturales que seguramente te sorprenderán.
Este lugar se ha convertido en el favorito de los entusiastas de los deportes extremos, ya que desde esta altura se puede practicar vuelo, parapente, ciclismo de montaña y senderismo. Además, es un sitio ideal para la observación de aves.
Si no te dan miedo las alturas, este puente es una experiencia que no te puedes perder.
Construido en el aire, el Puente Colgante Miguel Hidalgo y Costilla conecta Pahuatlán con la comunidad nahua de Xolotla. Tiene 60 metros de largo y 36 metros de altura.
Debajo del puente fluye el río Pahuatitla, que proviene de Honey, y en cuyas pozas es posible nadar cuando la corriente no es fuerte.
Si deseas contemplar obras arquitectónicas antiguas, te recomendamos visitar el Templo de Santiago Apóstol. Este templo, construido por los frailes agustinos hace más de 400 años, es el más antiguo y grande del municipio de Pahuatlán.
Originalmente heredada al pueblo en el siglo XV, la iglesia se convirtió en parroquia un siglo después.
La arquitectura del templo es mayoritariamente agustina, con elementos rococó y vernáculos. La construcción incluye tres pequeños altares, el altar mayor, un sagrario, una capilla abierta, un antiguo bautisterio, la casa del párroco y un campanario. Destaca especialmente su altar de estilo neoclásico del siglo XX.
Pahuatlán es un pequeño pueblo que aún conserva tradiciones prehispánicas, como la producción de papel amate, una artesanía elaborada en la comunidad de San Pablito.
Originariamente, el papel amate se creaba con fines ceremoniales y para la elaboración de códices. Hoy en día se utiliza para hacer cuadros decorativos, separadores de libros, libretas y otros artículos.
El proceso comienza con la corteza de jonote rojo, un árbol que puede alcanzar más de 10 metros de altura y cuya corteza tiene un tono café rojizo característico. La corteza se hierve con cal y ceniza, y luego se deja reposar durante algunos días.
La pasta resultante se golpea con una piedra plana hasta quedar planchada y lisa. Finalmente, el papel se seca al sol y se pinta con pigmentos naturales.
En San Pablito, los otomíes siguen produciendo papel amate al igual que sus antepasados. Aunque esta artesanía ha alcanzado mercados internacionales, también se usa con fines ceremoniales, ya que sirve como ofrenda en rituales de los brujos, representando espíritus buenos y malos.
Acalapa: Ubicada muy cerca de Pahuatlán, Acalapa es una encantadora comunidad que destaca por su peculiar iglesia, cuya torre está separada de la nave principal. A poca distancia, encontrarás un bosque húmedo donde se pueden observar tejones, armadillos, zorrillos y una gran variedad de aves.
Flanqueada por el Cerro Delgado y el Cerro de Pericos, esta zona es ideal para practicar rappel y capturar el impresionante paisaje en fotografías.
La Trinidad: A principios del siglo XX, el empresario Richard Honey instaló una pequeña hidroeléctrica llamada La Trinidad en esta comunidad. Aunque fue abandonada durante la Revolución, aún se puede ver el enigmático edificio y su maquinaria. Cerca del lugar, hay un río y, a solo 200 metros, una impresionante cascada, ambos perfectos para pasar el rato y admirar el hermoso entorno natural.