El turismo comunitario busca crear un impacto positivo en las comunidades, promover el desarrollo local y preservar la identidad cultural. Puebla, un estado con gran diversidad natural y cultural, ofrece la oportunidad de conocer comunidades rurales que han comenzado a abrir sus puertas al mundo.

Aquí te presentamos cinco destinos que destacan por su autenticidad, tradiciones y paisajes asombrosos.

Atoluca, Teziutlán

Ubicado en una reserva protegida, el ejido Atoluca en Teziutlán es un paraíso de biodiversidad. Esta comunidad ha tomado medidas para proteger su bosque de niebla, conocido por sus orquídeas y paisajes montañosos.

Los visitantes pueden disfrutar de impresionantes vistas desde los cerros Tlacotepec, Cerro de la Bandera y Colihui, además de explorar cascadas y cultivos de arándano, café y aguacate.

Atoluca es el lugar perfecto para quienes buscan conectar con la naturaleza y apoyar iniciativas de conservación comunitaria.

Con el turismo comunitario ayudas a preservar estas maravillas |
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San Pablito, Pahuatlán

Enclavado en la Sierra Norte de Puebla, San Pablito es conocido por la elaboración del papel amate, una tradición ancestral otomí. Este papel, hecho a mano a partir de la corteza del jonote, tiene un profundo significado ceremonial y es utilizado en artesanías.

Aquí puedes visitar talleres locales, aprender sobre esta tradición y explorar las encantadoras calles del pueblo. La experiencia en San Pablito conecta a los visitantes con la riqueza cultural y espiritual de la comunidad otomí.

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San Juan Raya, Zapotitlán Salinas

Localizado en la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán, San Juan Raya es un destino único donde se pueden observar fósiles marinos y huellas de dinosaurios en medio de un paisaje desértico lleno de cactáceas y suculentas.

Esta comunidad popoloca ofrece recorridos para explorar su impresionante biodiversidad y su historia geológica, con especies endémicas de plantas y animales que resaltan la belleza del semidesierto poblano.

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Hueyapan, Atexcaco

Hueyapan, en la Sierra Nororiental, es un destino casi virgen rodeado de ríos, cascadas y paisajes montañosos. Aquí se encuentra la hermosa Cascada de Atexcaco, una caída de agua cristalina que es preservada por los habitantes locales.

Este lugar es ideal para aquellos que buscan una conexión profunda con la naturaleza, rodeados de flora y fauna en un entorno que aún conserva su pureza natural.

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Jicolapa, Zacatlán

En la pintoresca comunidad de Jicolapa, reconocida por sus manantiales y profundas tradiciones religiosas, se encuentra un sitio llamado "los baños", compuesto por pozas de agua y albercas formadas naturalmente, ideales para disfrutar y relajarse.

Entre ellas destaca la poza conocida como "los siete suspiros", de donde brota el agua que alimenta las demás piscinas y pozas del lugar.

Además de sus maravillas naturales, Jicolapa es un pueblito que aún conserva la tradición de elaborar licores y vinos frutales.

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