Los balnearios
Los sulfurosos chapoteaderos de Agua Azul no se ven tan mal después de tanto tiempo de encierro. Habrían sido lo más cercano que estaría tu cuerpo de volver a sentir las olas.
Comer botanas bajo el sol de primavera y pasar un día con la familia en medio del mar... de gente es uno de los placeres prohibidos en este año por la pandemia.
La Procesión de Viernes Santo
El más magnífico evento del catolicismo en Puebla era impresionante y conmovedor de atestiguar, con una asistencia masiva que ningún otro evento podía convocar, 350 mil personas, más la devoción desbordada que llevaba hasta las lágrimas a los creyentes, al ver procesionar las imágenes del Señor de las Maravillas o de la Virgen de Dolores.
Pueblo Nuevo
Los azotes estaban buenos en la Romero Vargas, pero hay que reconocer que el don que se moría en la cruz le echaba bastantes ganitas y dramatismo, además las cervezas bien frías de a litro eran lo que le daban el toque divino a esta representación de la Pasión de Cristo.
El Calvario
Quién no suspira por unas chalupas nadando en grasita que antes te podías comer bien a gusto con las manos. Ahora nos sabrían a puro gel antibacterial. Además, pasear entre los puestos de esta feria para comprarte cualquier chuchería no estaría mal. Vamos, incluso que tu hermanito se perdiera en la multitud hubiera sido novedad, bueno, no, eso no.
La Quema de Judas
Ver quemarse y explotar a los políticos que te hicieron voltear los ojos en el último año era uno de los pocos placeres que nos quedaban en la vida, pero hasta de eso nos ha privado el virus Covid-19. ¿Ahora quién podrá darnos tan necesaria catarsis?
Pilón
Ir a mojarse a las fuentes
No olvidemos a las familias que gozaban de la frescura de las aguas de la fuente en el Mausoleo de Ignacio Zaragoza o de las fuentes en el Parque Juárez o en el CENHCH, y que ahora resulta una convivencia impensable en estos tiempos de pandemia.