El Día de Muertos es una de las tradiciones que celebramos cada año, sin embargo, este día se celebraba mucho antes de la llegada de los españoles.
La celebración para recordar a nuestros difuntos, viene desde el México prehispánico; cuando los pueblos se enfrentaban, era una tradición coleccionar los cráneos de los enemigos, y posteriormente se usaban en rituales y eran relacionados con la muerte.
Foto: Instagram superskull_berlin
Nuestros antepasados, no celebraban un día a los difuntos, ya que se creía que la vida continuaba aún estando en el más allá y había diferentes destinos para las personas, esto dependía mucho de la forma en la que morían, la sociedad azteca tenía cuatro lugares para que sus muertos descansaran:
El Tonatiuhichan: Un sitio para los guerreros muertos en batalla y capturados para el sacrificio y las mujeres embarazadas que morían en el parto.
El Tlalocan: Un lugar aparentemente comparado con el paraíso, a este llegaban todos aquellos que morían por el agua.
El Chichihualcuauhco: Aquí llegaban todos los bebés que morían, se creía que eran alimentados por un árbol nodriza hasta que volvieran a iniciar su viaje a la vida.
El Mictlán: El más conocido y considerado el reino de los muertos, representa el eterno descanso y donde vive Mictlantecuhtli, señor de la muertos.
En ese momento, se celebraban dos fiestas, una pequeña y una grande, la primera iniciaba 20 días antes de la segunda y era dedicada a los niños, finalmente llegaba la fiesta dedicada a los adultos.
Estos rituales se transformaron en la época de la Colonia, y lograron hacer coincidir las fechas con la celebración de fieles difuntos, una fiesta que inició en Europa en el año 1000 y luego logró extenderse hasta nuestra cultura.
Elementos que no pueden faltar en una ofrenda:
Aunque de manera oficial hay varios elementos que no pueden faltar en una ofrenda típica de Día de Muertos, la realidad es que, todo depende de cada familia, cultura y sobretodo de cómo queremos recordarlos.
Vaso de agua:
Una señal de bienvenida para las ánimas, quienes saciarán su sed, tras un largo recorrido y así iniciar un viaje de regreso sin contratiempos; algunas culturas afirman que colocarla, simboliza la pureza de quienes ya no están con nosotros.
Sal al pie de la ofrenda:
Este elemento se coloca en forma una cruz, sirve para cuidar a las ánimas en su viaje y así regresen el siguiente año.
Velas:
Se convierten en una guía para las ánimas que visitan a sus seres queridos, se dice que si se colocan cuatro candeleros en cruz, nuestros muertos pueden orientarse y visitar el que una vez fue su hogar.
Foto: Instagram naolincopueblomagico
Copal e incienso:
Nuestros ancestros utilizaban el copal para acompañar las oraciones y limpiar el lugar de malos espíritus. Con la llegada de los españoles, el incienso se colocó como el favorito; en la actualidad ambos elementos se continúan utilizando en las ofrendas.
Flores o Cempasúchil:
Sirven para aromatizar la ofrenda y dar una cálida bienvenida a nuestros muerto. Muchas veces sirven como guías.
Pan de Muerto:
Representa ‘El Cuerpo de Cristo' y por lo tanto, comida para nuestros seres queridos.
El gollete y las cañas:
Se relacionan con el tzompantli, un altar en forma de bastidor, donde nuestros antepasados colocaban los cráneos de los enemigos vencidos y, con el objetivo de honrar a los dioses.
Foto: Instagram remycfabbri
Platillo favorito de nuestros muertos:
La mayoría de los mexicanos colocan la comida favorita de sus difuntos.
Un caballito de tequila:
El tener un vaso del licor favorito de nuestras ánimas es un recordatorio de los grandes momentos que vivieron en vida.
Colocar calaveras de azúcar:
Aunque son una señalan de que la muerte es lo único seguro en esta vida, los tamaños suelen tener un significado diferente, es decir: las medianas hacen alusión a que la muerte siempre está presente, las chicas son dedicadas a la Santísima Trinidad y las grandes, al Padre Eterno.
Un Petate por si acaso:
Aunque es un elemento tradicional, casi no se utiliza. En el pasado se creía que luego de un largo camino, las ánimas lo utilizaban para descansar.
Foto: Instagram loxarte
Jueguetes o el famoso Izcuintle:
El segundo es un perrito de juguete y hace su aparición, cuando el alma de un niño tiene que cruzar el caudaloso río Chiconauhuapan, que es el último paso para llegar a Mictlán.
Fotografías de nuestros seres queridos:
Son colocadas en el altar con el fin de recordar la visita de las almas que nos visitan, aunque ya no existan.
Santos en las ofrendas:
Son mediadores entre los vivos y muertos, de esta forma se genera paz y armonía. En algunos hogares mexicanos suele colocarse la imagen de las Ánimas del Purgatorio, solo si se cree que el alma del difunto está en el purgatorio y así pueda salir de allí.
Una Cruz de Ceniza:
Se cree que en el altar debe existir una cruz grande de ceniza y así, el alma pueda expiar sus culpas pendientes.
Foto: Instagram mikeem90
Papel Picado:
Este simplemente es un adorno que hace más agradable la llegada de las ánimas.
Sus Dulces favoritos:
Estos son colocados para las ofrendas de los muertos chiquitos, y en ocasiones son hechos de alfeñique, una pasta elaborada con azúcar que permite elaborar todo tipo de figuras, como coches, muñecas, etc.
Los altares además de tener estos elementos, son colocados en siete escalones, que simbolizan los niveles que el difunto debe recorrer para poder descansar.
Cabe resaltar que, los altares para nuestros muertos chiquitos, son elaborados a una escala pequeña, se eliminan algunos elementos de nuestros altares tradicionales como el caballito de tequila o comida con picante, ya que resultan seres puros que dejaron este mundo antes de lo previsto.
Actualmente el Día de Muertos es considerado como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial, por su importancia, significado y por ser una “expresión tradicional”, así lo informó la UNESCO en 2019.