En la LXI Legislatura local que iniciará el próximo 15 de septiembre en el Congreso de Puebla, las mujeres ocuparán casi la mitad de espacios. Sin embargo, la paridad es una historia que en 1963 comenzó a escribir la primera diputada poblana: Esperanza Ramos Rodríguez.
Apenas en julio de este año, los legisladores aprobaron inscribir su nombre y el de otras mujeres memorables en la política del estado en el Muro de Honor del inmueble, pero su legado ha dejado marca desde antes.
En especial entre las mujeres del Partido Revolucionario Institucional (PRI) donde ella hizo carrera y logró con éxito ser postulada para ocupar una curul en la XLII Legislatura en el periodo 1963-1966, en representación del entonces recién formado Distrito 3 con cabecera en San Martín Texmelucan.
Una de las reseñas sobre su historia fue escrita por la ahora diputada saliente Rocío García Olmedo en noviembre de 2008 con motivo del fallecimiento de Ramos Rodríguez.
Sobre la vida de la primera diputada poblana, recordó cómo a pesar de haber nacido en una familia de 12 hermanos y en una precaria casa con carencias en servicios básicos como el de luz, logró estudiar una carrera secretarial y especializarse en la Ley Federal del Trabajo.
Esto, al paso de los años le sirvió para iniciar su trabajo político en 1945, encabezar grupos para la organización de las mujeres en Puebla y defender los derechos de las obreras como servidora de la Cámara de Trabajo de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) en Atlixco.
Con el respaldo de esta ala de la estructura tricolor, Esperancita -como le llamaban los priistas-, fue postulada como diputada y llegó al Congreso del estado para enfrentar momentos críticos como el de la destitución del gobernador Antonio Nava Castillo por un conflicto social tras legislar la pasteurización de la leche.
Asimismo, en la reseña, García Olmedo recuerda cómo la primera diputada poblana contaba que a pesar de ser la única mujer entre un numeroso grupo de hombres, siempre contó con un trato respetuoso y el apoyo de sus compañeros diputados.
El interés de Ramos Rodríguez por la política fue sello en su familia, pues su esposo Marcelino Naranjo Santillán ocupó después la alcaldía de San Martín Texmelucan y su hija María de la Paz Naranjo Ramos fue regidora del mismo municipio años después.
Tuvo como descendientes a otro hijo de nombre Marcelino, además de seis nietos y otros tres bisnietos.
Se le reconoce también por ser una de las precursoras del voto femenino.