Un término que escuchamos con regularidad en ámbitos como el de las redes sociales es el de lenguaje incluyente. ¿Pero sabes cómo este se puede aplicar a los procesos electorales de Puebla?
En 2019, el Instituto Electoral del Estado (IEE) publicó una guía para evitar el lenguaje sexista y androcéntrico cotidiano que lleva por título Manual de Lenguaje Incluyente con Perspectiva de Género.
El texto está basado en lo que dicen las convenciones internacionales que ha firmado México y las leyes que buscan prevenir y eliminar la discriminación, así como fomentar el acceso para la igualdad entre hombres y mujeres y evitar una vida libre de violencia.
Según el manual, pensar en un lenguaje inclusivo con perspectiva de género permite que la representación de mujeres y hombres se mencione explícitamente, que se eliminen expresiones sexistas, que no se inventen palabras y que se resignifiquen en femenino aquellas profesiones que tradicionalmente solo hacían los hombres, entre otros objetivos.
Para entender la discriminación a través del lenguaje plantean que existen los estereotipos, los prejuicios, la segregación y la exclusión, la estigmatización, la categorización, la cognición y la representación social.
El instituto agrega que el manual está orientado a las personas que elaboran y participan en este organismo y que está previsto para aplicarse en acuerdos, informes, actas de sesiones, convocatorias, lineamientos, planes de trabajo y manuales.
Asimismo, prevén las invitaciones, las tarjetas informativas, los correos electrónicos, las resoluciones de quejas y los dictámenes de las comisiones.
Una de las previsiones a tomar en cuenta, detallan, es evitar generalizar en masculino y hablar con conceptos como persona, equipo, colectivos, dirección, comunidad, ciudadanía, entre otros.
Así, pone como ejemplo que en vez de hablar de los representantes se puede hablar de la representación; en vez de hablar de los adolescentes o los jóvenes, de la adolescencia o la juventud; cuando se menciona la palabra funcionarios se puede hablar de personal funcionario; entre otros.
También tiene un apartado sobre los cargos, títulos y ocupaciones en los que detalla que la lucha por el reconocimiento de las mujeres también se ve reflejado en las palabras.
Cuando a ella se les nombra directamente, señala el texto, se deben utilizar términos como ciudadana, usuaria, funcionaria, consejera, presidenta, soberana, médica, doctora, patrona, licenciada, ministra, abogada, astrónomo, enfermera, ingeniera, arquitecta o jueza.
Aunque el manual se centra en una perspectiva de género también hace una pausa para reflexionar en los términos no peyorativos con los que nos podemos encontrar en la cotidianidad.
Así llama a no hablar de discapacitada o discapacitado, sino de diversidad funcional o de persona con discapacidad; de ciega o ciego, sino de discapacidad visual; de sorda o sordo, sino de persona sorda; de ilegales, sino personas indocumentadas; y de indígenas, sino de comunidades o pueblos indígenas.