Era, literalmente, su primer día en el cargo de alcaldesa de Cuauhtémoc, una de las alcaldías más complejas e importantes que tiene la Ciudad de México. El 1 de octubre de 2021, Sandra Cuevas fue avisada de un evento que realizaría al día siguiente, muy temprano, la doctora Claudia Sheinbaum en la Plaza de las Tres Culturas, para conmemorar y recordar a los estudiantes caídos en la represión del 2 de octubre de 1968. De la oficina de la Jefatura de Gobierno llamaron a uno de sus colaboradores para avisarle del evento, que sería breve y a donde no estaba contemplada su presencia.
 
Cuando le dieron el mensaje del Palacio del Ayuntamiento, la nueva alcaldesa montó en cólera: “¡Cómo que no me invitan si es mi casa!”, gritó molesta a su colaborador, quien trató de explicarle la situación y le pedía que fuera prudente y no buscara un problema con la jefa de Gobierno. Al día siguiente, muy temprano, citó a su equipo completo de 300 colaboradores que recién se estrenaba y les pidió a todos estar a las 7 de la mañana en la Plaza de las Tres Culturas, a donde llegaría a pesar de no haber sido invitada. Y efectivamente, cuando llegó Claudia Sheinbaum con su equipo para iniciar la ceremonia, se encontraron con la alcaldesa y su ejército.
 
El mismo colaborador que había recibido el aviso sobre el evento, fue a dialogar con el equipo cercano de la jefa de Gobierno para decirles que “Sandra está aquí y pide ser incluida en el evento”. La respuesta del equipo de Sheinbaum fue en principio negativa, pero ante lo incómodo de la situación cedieron y aceptaron que la alcaldesa estuviera en su evento, pero solo con su presencia y sin intervenir. Cuando le dijeron que la doctora había accedido a su presencia, ella se rió con un dejo de prepotencia: “Claro, pues si es mi casa”. Y finalmente se realizó la ceremonia por la masacre de Tlatelolco y cuando terminó, una colaboradora de Claudia se acercó al equipo de Cuevas y le dijo a su operador: “Dile a tu jefa que se salió con la suya, pero que hoy comenzó una guerra, que quien sabe cuándo termine, pero no terminará nada bien para ella”.
 
Así empezaba Sandra Cuevas su alcaldía, peleada y confrontada con la jefa de Gobierno por un capricho absurdo. Y a partir de ahí, la misma alcaldesa se encargó de exacerbar esa confrontación con una serie de actitudes y decisiones que sólo fueron tensando cada vez más su relación con el Palacio del Ayuntamiento. Vino entonces el episodio con dos policías auxiliares a los que maltrató y ofendió y la denuncia que derivó en su inhabilitación del cargo por 15 días, con la sentencia de que tenía que disculparse con los dos policías —cosa que tuvo que hacer dos veces porque se negaba a dar las disculpas completas— y su obligación de tomar cursos para el control de la ira.
 
Pero antes de ese episodio, el 11 de octubre de 2021, a una semana de haber asumido el cargo, Sandra Cuevas ordenó el cierre del Deportivo Guelatao, ubicado en La Lagunilla y que apenas había sido remodelado y entregado, con instalaciones de primer nivel, por su antecesor, el morenista Néstor Núñez. Para justificar el cierre del deportivo argumentó tener cuatro dictámenes que lo calificaban como “inmueble de alto riesgo”.
 
La decisión molestó sobremanera a los vecinos que protestaron por un recinto que ya en ese momento era considerado por ellos como un “oasis” en una zona afectada por la drogadicción y la violencia. La inconformidad de los vecinos creció y la Secretaría de Gobierno capitalino instaló una mesa con 400 vecinos inconformes. El caso llegó hasta la jefa de Gobierno a la que le preguntaron sobre el cierre y respondió que “ella nunca buscó al Instituto para la Seguridad de las Construcciones que es el encargado de dictaminar eso”. El asunto creció tanto que los vecinos interpusieron una denuncia administrativa en su contra por el cierre y presionaron para su reapertura, que finalmente fue anunciada por la alcaldesa en diciembre de 2021, aunque su apertura ocurrió hasta enero de 2022.
 
La sorpresa para los vecinos fue que al reabrir el Deportivo Guelatao las instalaciones ya no estaban igual que al momento de su cierre. Albercas vacías, alfombras desaparecidas, torniquetes electrónicos que desaparecieron y hasta las duelas del tatami de Tae Kwon Do habían sido desmanteladas, según documentaron varios periódicos con fotografías. Esa denuncia de entonces siguió su curso y el fin de semana trascendió que la alcaldesa de Cuauhtémoc volvería a ser inhabilitada por decisión de la Primera Sala Especializada de Responsabilidades Administrativas y Derecho a la Buena Administración del Tribunal de Justicia Administrativa de la CDMX.
 
Según un proyecto de sentencia membretada de ese tribunal, que compartió ayer en redes sociales la periodista Fátima Monterroso, a Cuevas la destituirán e inhabilitarán por un año por “abuso de funciones” y por “incumplir obligaciones de la Ley de Responsabilidades Administrativas” de la Ciudad y por haber actuado “con dolo” y haber causado un perjuicio económico a la alcaldía Cuauhtémoc en el cierre del citado deportivo. El viernes pasado Sandra Cuevas subió un video en redes sociales diciendo que ella no había sido notificada de sentencia alguna y que seguía en sus funciones, pero según fuentes del Tribunal la sentencia será emitida oficialmente en los próximos días.
 
De ocurrir esta inhabilitación por un año, la cual aún tiene derecho de combatir legalmente, prácticamente se estaría abriendo la puerta a una nueva elección en la alcaldía Cuauhtémoc, al ausentarse del cargo su titular antes de cumplir dos años de ejercicio. Si eso ocurre, veremos caer, inhabilitada, a una alcaldesa controvertida y que nunca tuvo habilidad alguna para ejercer el cargo, más allá de caprichos, excesos, berrinches y escándalos; la oposición perdería una alcaldía y una nueva elección en la codiciada alcaldía capitalina reviviría la guerra entre Morena y la alianza Va por México por la CDMX.
 
NOTAS INDISCRETAS… 
El presidente López Obrador no se ayuda en nada cuando, a su controvertida declaración de que su gobierno cuida a los narcos y sicarios de las bandas “porque son seres humanos”, ayer le sumó otra del mismo estilo al decir que “es normal” que un grupo de sicarios armados, que además vestían como el ejército, detuvieran en un retén a reporteros que cubrían el fin de semana su gira por Durango y Sinaloa en el llamado Triángulo Dorado del narcotráfico. Con ese tipo de afirmaciones, con las que le gusta provocar y polarizar con la prensa y sus opositores, sumado a las evidencias de que el narco opera en algunos estados para favorecer en las elecciones a Morena y sus candidatos, López Obrador se está construyendo cada vez más una imagen de un presidente que no sólo tolera y acepta al narcotráfico con toda su estela de violencia y muerte en el país, sino que su gobierno, lejos de combatir a estas bandas criminales, se ha vuelto su aliado y los deja imponer sus leyes de violencia y terror y controlar cada vez más partes del territorio nacional. Justo en esa gira el presidente volvió a decir que él fue quien dio la orden de liberar a Ovidio Guzmán, en aquel polémico 17 de octubre de 2019, cuando el hijo del Chapo Guzmán fue detenido por una célula de élite del Ejército mexicano, en cumplimiento de una petición de extradición de Estados Unidos, pero luego fue liberado ante la rebelión armada del Cártel de Sinaloa que tomó el control de Culiacán y amenazó con asesinar a familiares de soldados del Ejército en un multifamiliar de la capital sinaloense si no se liberaba a Ovidio; y además, en un discurso pidió ya no llamar a esa región del país, que es cuna del narco, “Triángulo dorado”, sino “triángulo de la gente buena y trabajadora”. Y todavía, con todo eso, cuando la percepción entre los mexicanos crece sobre un gobierno aliado a los narcos, ayer López Obrador se atrevió a decir que “yo no soy Calderón, que pactó con los narcos”, en alusión a las acusaciones y el juicio en contra de Genaro García Luna en una Corte federal de los Estados Unidos. A estas alturas, y en espera de la sentencia que le dicten a García Luna, ya no está tan claro si ese pacto con los narcos fue solo cosa del pasado o si se renovó y amplió con el actual gobierno… Por cierto, que mientras acá en Palacio Nacional no dejan de pensar en Calderón y culparlo de todos los males del país, al expresidente se le vio de lo más contento y cercano a Sergio “El Checo” Pérez, en la celebración de su extraordinario triunfo en el Gran Premio de Mónaco. Calderón, que está viviendo en Madrid, por aquello de las investigaciones de la UIF de Pablo Gómez en su contra, acudió a la carrera como director de Sustentabilidad y Medio Ambiente de la Federación Internacional de Automovilismo, y cuando Checo supo que estaba ahí pidió saludarlo y se lanzó junto con él en la alberca donde se celebran los campeonatos de Mónaco. Y acá obsesionados con don Felipe… Los dados mandan Serpiente. Caída libre.

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