En su quinto año de gobierno, el presidente López Obrador sigue actuando como un presidente “atípico” para el presidencialismo mexicano. Porque mientras para otros mandatarios mexicanos el último año del sexenio siempre era el tiempo de sanar heridas y cerrar cicatrices, preparando el terreno para su salida del poder y para el fatídico “séptimo año”, al tabasqueño se le ve, en estos últimos meses de mandato igual de pendenciero, provocador y tan temerario como cuando recién llegó al poder.

Lo mismo se mete arbitrariamente con otro poder autónomo del Estado, como el Poder Judicial de la Federación, al que le arrebata recursos de fideicomisos que atienden prestaciones laborales de sus trabajadores, provocando un paro nacional y protestas en el sistema de justicia, que se confronta con el gobierno de Estados Unidos y manda mensajes de provocación al invitar a una cumbre ficticia y convocada con premura a los dictadores de Cuba y Venezuela, Miguel Diaz Canel y Nicolás Maduro (Daniel Ortega de Nicaragua fue invitado, pero declinó asistir), a quienes trata con toda deferencia y les permite que, desde Palenque, México, lancen culpas hacia Washington y acusen a la Casa Blanca de ser la responsable de que los venezolanos y cubanos estén huyendo despavoridos de la miseria y de sus dictaduras corruptas, ineficientes y opresoras de los derechos humanos.

Porque sólo para eso sirvió la llamada Cumbre de Migración convocada de último momento por el presidente mexicano y que fue desairada por la mitad de los países invitados, cuyos presidentes se negaron a asistir y mandaron en su representación a cancilleres y vicecancilleres. Sólo los cuestionados presidentes de Cuba y Venezuela, además del no menos polémico presidente de Colombia, Gustavo Petro, y la mandataria de Honduras, Xiomara Castro, atendieron la invitación apresurada de López Obrador para venir a lo que, a juzgar por los discursos y los 13 compromisos signados, pareció más una visita turística de amigos y un catálogo de buenas intenciones que difícilmente servirá para resolver la urgente crisis migratoria y humanitaria que comparten México y Estados Unidos.

¿Cuál era la necesidad de traer a dos dictadores vetados por Washington, y que son en gran medida responsables del éxodo masivo de sus ciudadanos por sus fallidos modelos económicos, la corrupción sin freno de sus élites de poder y militares, y porque se han dedicado a reprimir y a conculcar los derechos políticos y humanos más elementales en sus países?

Información manejada por el periodista Ramón Alberto Garza en su portal de Código Magenta, asegura que la premura por organizar la Cumbre de Palenque sobre la crisis migratoria, fue en realidad una respuesta de López Obrador a la fuerte presión que ejerció Estados Unidos en contra de su gobierno, durante la reciente visita a Palacio Nacional del secretario de Estado de la Casa Blanca, Antony Blinken, para el llamado “Diálogo de Alto Nivel en materia de Seguridad” entre los dos países.

De acuerdo con las fuentes que cita el también analista regiomontano, durante el diálogo de alto nivel que tuvo lugar el pasado 5 de octubre, los enviados de Biden, Blinken y el secretario de Seguridad, Alejandro Mayorkas, habrían reclamado al gobierno mexicano la falta de contundencia en sus acciones y operativos para combatir la elaboración y tráfico de las pastillas de Fentanilo que los cárteles mexicanos mandan a los Estados Unidos y que han provocado ya la muerte de más de 100 mil ciudadanos de ese país.

El reclamo de los dos funcionarios estadunidenses, por información de inteligencia que tienen en Washington y que indica que la producción de fentanilo manejada por Los Chapitos, se habría cancelado en ese estado --donde incluso aparecieron letreros en lugares públicos prohibiendo la fabricación de esa droga--, pero se habría trasladado a Nuevo León y Tamaulipas donde los hijos de Joaquín Guzmán Loera pretenderían seguir produciendo las pastillas que son el objetivo prioritario de la guerra estadounidense contra el fentanilo. Según Ramón Alberto, esa información habría hecho que en algún punto de la reunión los reclamos hacia el gobierno de López Obrador subiera tanto de tono que el mismo presidente pidió a varios de los funcionarios mexicanos que lo acompañaban en la delegación oficial, que abandonaran el salón donde tenía lugar el encuentro, para evitar que escucharan la molestia de los dos secretarios estadounidenses.

Parte de esos reclamos, que incomodaron al mandatario mexicano, fueron los desaires que ha tenido para las cumbres sobre migración convocadas por Estados Unidos, como la Cumbre de las Américas de junio de 2022 en Los Angeles, a la que se negó a asistir López Obrador por solidaridad con Cuba y Venezuela. Blinken le pidió al presidente mexicano que tenía que asistir a la próxima Cumbre de líderes de la APEC en San Francisco, California, los próximos 14 y 15 de noviembre, y le advirtieron que otra ausencia más a estos foros convocados por Washington serían tomados como un desaire o desinterés en la cooperación bilateral.

Curiosamente el 9 de octubre pasado, tres días después de ese tenso diálogo en Palacio Nacional, el presidente López Obrador, que ya había dicho que no asistiría a la Cumbre de la APEC, por sus diferencias con la presidencia de Perú en ese mecanismo, salió a rectificar y dijo que finalmente sí asistiría al encuentro en San Francisco, California. “Me invitó el presidente Biden, me invitó a las dos, no puedo ir a las dos (una en San Francisco y otra en Washington). Tampoco puedo dejar de ir. Tengo que mantener, lo hago por convicción, una muy buena relación con el gobierno de EEUU, nos conviene”, dijo ese día el mandatario mexicano.

Quizás fue en ese momento cuando, obligado a estar presente en la APEC de San Francisco, por la presión estadounidense, López Obrador decidió convocar a su propia cumbre sobre migración y, de manera apresurada ordenó a la canciller Alicia Bárcena operar esa reunión, con la que el presidente mexicano ejercía su derecho al pataleo y se anticipaba al encuentro en territorio estadounidense para tratar de fijar su propia agenda con Estados Unidos. Y allá fue la solícita canciller a buscar hasta Caracas al dictador Maduro y a invitar a Díaz Canel y a Petro, junto con el resto de los 7 países, que en su mayoría decidieron enviar a representantes.

Y así, con dedicatoria a Washington, AMLO se inventó una cumbre de la que sacó sólo un catálogo de buenas intenciones, el ofrecimiento de que les va a mandar “ayuda petrolera y de energías renovables” a los países convocados, además de querer exportarles sus cuestionados programas sociales, como Sembrano Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro, señalados por corrupción y falta de eficacia. Y ya nomás para terminar de provocar al Tío Sam, el mandatario mexicano dejó que sus amigos dictadores lanzaran las culpas de la migración a los Estados Unidos por el embargo económico a Cuba y las restricciones y sanciones a Venezuela, al tiempo que, en su sueño guajiro de ser considerado “el líder de la América Latina”, López Obrador se ofreció como “mediador” entre La Habana y Washinton para que la Casa Blanca le levante el bloqueo económico a la isla.

Todos esos berrinches, provocaciones y dislates, en el quinto y último año de gobierno. ¿Será que el presidente López Obrador cree que su poder será eterno? ¿O será más bien que se está esmerando en aumentar el caos y las tensiones en el país con la idea de generar tal estado de zozobra e incertidumbre en el final de su sexenio que al final tanto desorden haga necesario declarar un estado de excepción para que él se mantenga en el Poder? Que conste que sólo son preguntas.

NOTAS INDISCRETAS… Más que extraña resultó ayer la maniobra del gobernador de Nuevo León, Samuel García, quien mandó su solicitud de licencia al Congreso estatal, de mayoría opositora, con más de un mes de anticipación, y para que surta efectos a partir del 2 de diciembre próximo y hasta el 2 de junio, día de las elecciones presidenciales del 2024. Extraño porque justo el mismo día en que Dante Delgado declaró que Movimiento Ciudadano tiene dos aspirantes presidenciales: uno externo, que es Marcelo Ebrard, y otro interno que es Samuel García, el mandatario nuevoleonés envía su carta a los diputados y le disputa así al líder emecista los reflectores mediáticos. Y más raro aún es la versión que comentan periodistas de Nuevo León, sobre que la acción de García sería una estrategia política y electoral, con la que, más que pedir licencia, estaría buscando que la mayoría del PRI-PAN le nieguen la licencia para separarse del cargo y con esa negativa él pueda ir a inconformarse al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, alegando violación de sus derechos políticos, y si les gana el juicio, lo que es muy probable, entonces no sólo que le den licencia sino que le permitan imponer el nombre del gobernador interino, como ya lo hizo en su petición de ayer, donde pide que lo sustituya temporalmente sea su secretario de Gobierno, Javier Navarro Velasco. Así que, entre que opaca a Dante Delgado y pretende ganarle la partida política a la mayoría de su Congreso local, el joven Samuel García por lo pronto ya tiene algo seguro: incumplió su palabra de que no iba a dejar tirada la gubernatura de Nuevo León por irse a la aventura presidencial del 2024, tal y como se cansó de decirlo en entrevistas y declaraciones desde que asumió el cargo. Por algo dicen que el poder los iguala; tanto que Samuel criticó y hasta persiguió y encarceló a su antecesor Jaime Rodríguez “El Bronco” y ahora termina actuando exactamente igual a él… Los dados repiten Escalera. Bien avanza la semana.

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