Más que un desayuno de cortesía o un encuentro social, el almuerzo que tuvieron el domingo pasado en la ciudad de Zacatecas Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal fue una bien planeada acción política de los dos aspirantes presidenciales de Morena, que decidieron mandar un mensaje claro y contundente sobre la decisión de buscar una contienda abierta y democrática en Morena para la sucesión presidencial, en la que haya reglas claras y piso parejo para todos los aspirantes al 2024.

En la casa de Catalina Monreal de la capital zacatecana, Ebrard llegó muy temprano, antes de la ceremonia de toma de protesta de David Monreal como nuevo gobernador del estado, a donde acudió con la representación presidencial. Con un desayuno típico de la región, los dos políticos de la 4T hablaron largo sobre sus proyectos políticos y sus aspiraciones presidenciales y de cómo ven el panorama en la sucesión anticipada que abrió el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien ambos personajes dijeron tenerle “una lealtad total”.

Fuentes allegadas tanto al líder del Senado como al secretario de Relaciones Exteriores confirmaron a esta columna que, si bien no se trató de un pacto formal o por escrito, los dos políticos acordaron, de entrada, que no habrá “agresiones ni ataques o descalificaciones entre ellos” y que buscarán competir cada uno por su proyecto en la mejor de las lides. Al “pacto de no agresión” le siguió otra coincidencia: la de exigir, cada uno por su lado, que la contienda interna en Morena, que se definirá en 2023, sea pareja y no haya favoritismos, cargadas ni imposiciones en favor de ninguno de los aspirantes del partido.

Y finalmente, para sellar ese pacto político de Zacatecas, tanto Ebrard como Monreal se comprometieron a que, llegado el momento, cualquiera de los dos a quien favorezcan las encuestas y esté en mejores posibilidades de ganar la candidatura, recibirá el apoyo y la adhesión del otro, en un compromiso por fortalecer al que se perfile más claramente para la nominación presidencial morenista en 2024.

Algo que pusieron de manifiesto los dos políticos de la 4T es que ambos quieren llegar “hasta el final” de esta carrera y que ninguno de ellos piensa hacerse a un lado o bajarse de la contienda a la mitad del camino, salvo en el caso de que lo hicieran uno para fortalecer al otro en el logro de la candidatura.

Nos cuentan que al final del desayuno, ya en el café y entre abrazos y compromisos, se tomaron la fotografía en la que ambos se pasan la mano por la espalda, como para sellar los acuerdos que habían hecho verbalmente. La imagen sería después compartida por el canciller en su cuenta de Twitter y comenzaría a circular profusamente por las redes sociales acompañada de toda clase de comentarios, análisis y especulaciones sobre el significado del encuentro en el contexto de la sucesión anticipada que ya se vive dentro de la 4T.

Más que un frente contra Claudia Sheinbaum o un mensaje para la jefa de Gobierno, el pacto de Zacatecas entre Marcelo y Ricardo parece ser un frente para exigir que no haya favoritismos, imposiciones o dados cargados en la decisión que tendrá que tomar su partido y en la que hay un “gran elector” a quien en todo caso sí va dirigido el mensaje que salió el domingo desde la capital zacatecana: piso parejo y condiciones equitativas para todos los aspirantes o se pondrá en riesgo el triunfo de Morena en 2024 y la continuidad de la 4T en el poder... Los dados mandan Serpiente. Caída libre.

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