A últimas fechas varias feministas connotadas —y un coro de feministos de ocasión— le ha pedido a Claudia Sheinbaum que no sea obediente y que se rebele contra el presidente López Obrador. Que como una valiente Ifigenia del feminismo, se le plante en frente y lo confronte, y exhiba sus diferencias con él.
Lo curioso es que lo propio no se los han pedido a los otros dos candidatos a la presidencia de la Izquierda, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal. Un ministro y un senador de la 4T que han refrendado, en cada ocasión que se les ha presentado, su lealtad al Presidente.
—Total respeto a López Obrador— ha dicho Ricardo, cada que un entrevistador lo tienta a declararse contra el Presidente.
Y Marcelo ha empezado todos y cada uno de sus discursos públicos con una mención a su líder político.
—Siguiendo las instrucciones del presidente López Obrador…
¿Por qué a ellos no les piden esa confrontación con el Presidente?
Porque las reglas de la próxima sucesión presidencial están cantadas. Ganará la presidencia, lo más probable, el candidato de Morena —y ese candidato deberá tener la venia del líder de Morena, el presidente López Obrador.
Así que l@s articulistas conceden que los señores candidatos jueguen este juego sucesorio para ganar –y en cambio a la candidata mujer le piden que se suicide.
Amárrate a los rieles del tren, le susurran desde sus columnas de opinión, para que te admiremos por insumisa –aún si a continuación el tren te pasa encima.
No parece un buen consejo. Es un consejo que en el caso de las feministas sinceras no incluye el cálculo de sus consecuencias —y en el caso de los feministos de ocasión tiene un propósito maligno y bien calculado. Al interior de la Izquierda y al interior de la Derecha, la meta es separar desde ahora a la jefa de gobierno de la CdMx de lo que podría ser su mayor fuerza en la contienda electoral del año 2024. La simpatía natural del feminismo, el movimiento social más numeroso del país, por una candidata mujer. Una adhesión que le daría el triunfo en las urnas.
Más que atender ese murmullo que la incita a romper lanzas con el Presidente, a mi entender Claudia haría bien en moverse en otro sentido. Debería pulir los disensos que hasta ahora tiene con el movimiento feminista, algunos retóricos, otros más serios: de acción, ninguno insalvable pero cada uno irritante y capaz de crecer hasta convertirse en una franca y explosiva ruptura.
Y las mujeres feministas deberíamos afrontar esta coyuntura política con astucia, no con la ingenuidad que el sexismo nos atribuye.
¿Cuál es el interés del feminismo?
Nuestro interés es que México tenga en el 2024 un(a) presidente feminista. Es decir, un(a) presidente que se declare sin timidez ni reservas así, feminista, y sobre todo que implemente una política pública pro mujer que mejore dramáticamente la vida de las mexicanas.
¿Cómo podríamos asegurarnos de que tal suceda?
No cediendo al llamado de medir a Claudia con una vara distinta que a los otros candidatos. Por el contrario, alzando la vara para medir el feminismo de uno por uno de los candidat@s. Que cada cual exprese lo que hasta hoy ha hecho por las mujeres en los territorios que ha gobernado. Ricardo en Zacatecas y la delegación Cuauhtémoc de la CdMx. Marcelo en la CdMx. Claudia es la misma CdMx. Y que cada cual exprese además lo que haría por nosotras si llega a la presidencia.
No, las mujeres no deberíamos malbaratar la fuerza electoral de nuestro movimiento colectivo dejándonos distraer por intrigas ajenas. En cambio, deberíamos colocar al centro del debate por la sucesión presidencial el interés de la mitad de la población, las mujeres, y eso para asegurarnos de que México tenga en el 2024 un(a) presidente feminista.