En su obra "La tragedia de los comunes" (1968), el economista Garrett Hardin plantea una fábula sobre los Bienes Comunes, como pastizales, bosques o lagos, que a su entender, desprovistos de propiedad y control central, de forma inevitable terminan por agotarse.
Utilizando la metáfora de un lago, Hardin describe a un pescador promedio, que supone impulsado de forma "natural" por su deseo de capturar la mayor cantidad de peces posibles.
El codicioso pescador promedio pesca todos los peces que puede y eventualmente, al cabo de décadas, los peces del lago se agotan para todos los pescadores y el lago muere: se vuelve un pantano inhabitable para cualquier especie viva.
“Gobernando los bienes comunes” (1990), obra de la economista Elinor Ostrom, plantea una fábula opuesta a la de Hardin.
Ostrom y su equipo no confiaron en la teoría y fueron a investigar a las comunidades que compartían de forma exitosa bosques, pastizales, lagos, ríos o mares.
Encontraron de entrada que la codicia individual no es "natural".
En contraste, las comunidades habían desarrollado a lo largo del tiempo reglamentos locales, no impuestos desde afuera; detallados, no generales; centrados en la cooperación, no en la codicia; que no solo evitaban la sobreexplotación, sino propiciaban el aumento del Bien Común.
El pescador promedio que narra Olstrom se parece al de Cabo Pulmo, una pequeña población en la punta más sureña de Baja California.
Este pescador muele las conchas marinas y las riega en el fondo del mar circundante, para que prospere ahí la formación del arrecife submarino y aumenten los peces que lo habitan –y por lo pronto, mientras respeta la veda de pescar autoimpuesta por el pueblo, vive de una especie que hasta hace poco le era desconocida: los inesperados turistas que visitan Cabo Pulo para bucear en sus ahora mundialmente famosas aguas cristalinas.
La Izquierda argentina es una fábula escrita en los hechos por la casta de políticos de Izquierda que gobernó Argentina del año 2003 al 2015 y de año 2019 al 2023. Es decir, por 17 años de los 23 que lleva el siglo.
Los zurdos argentinos aumentaron los Bienes Comunes del país de forma exponencial. Las ayudas sociales, los subsidios a la electricidad y el agua, los hospitales y las escuelas públicas, beneficiando a millones de personas.
Cometieron un solo pecado que puede narrarse refiriéndose a un político zurdo promedio.
El tal político zurdo promedio aumentó todo lo que pudo los Bienes Comunes por amor al prójimo, al mismo tiempo que tomó para sí todo lo que pudo, por amor a sí mismo.
—Para la población, los Bienes Comunes —podría haberse dicho ese político zurdo promedio—, y para mí, todo lo que pueda expropiar, como propina por mi buen hacer, al fin que hay mucho que repartir.
El resultado fue que la vaca del Estado murió devorada desde adentro por los burócratas —la Izquierda endeudó a Argentina al grado de volverla una economía inviable— y hoy una mayoría de argentinos le ha dado el voto a un presidente de ultraderecha.
Morena y la Corrupción.
Morena debiera verse en estas fábulas con cuidado. Al parecer, corre la creencia entre sus zurdos que la Corrupción es admisible, mientras se sigan creando Bienes Comunes para la población general.
No. Mezclar fábulas lleva a catástrofes económicas. Si se crece el Bien Común mientras se le saquea, se llega a Hardin, no a Olstrom: al pantano, no al lago repleto de peces.
En contraste, si se crece el Bien Común sin saquearlo, se llega a Olstrom, a Cabo Pulmo: al mar en que se multiplica la vida, aún más allá de lo predecible.
Que es, me parece a mí, a donde queremos los zurdos llevar a México.
Y por eso, por amor a la Izquierda y a México, los zurdos debemos cuidarles las manos codiciosas no solo a los oligarcas, también a los zurdos.
P.D. Esta columnista se va a una huerta por algunas semanas, sin intención de escribir. Sean felices también ustedes. Si lo son hoy, mañana lo serán más, según Olstrom y los pescadores de Cabo Pulmo.