Ya nos enteramos del padre alcohólico de Xóchitl y de cómo arruinó la vida de sus hijos y de su esposa.

Ay dolor. Lloramos con ella mientras se lo contaba a Carmen Aristegui.

Ya vimos a Marcelo bailar entre otras trescientas personas con sombreros vaqueros el Payaso del Rodeo –o más bien resaltar entre esos trescientos por ser el único que no se sabía los pasos para bailarlo.

Ay qué risa. Viéndolo nos recordamos de la última boda donde andábamos despistados o ebrios sin saber ni quién era la novia.

Ya vimos a Claudia bailar twist bajando hasta el piso el perreo mientras sonaba la rola de Juan Gabriel en Ciudad Juárez.

Nos preocuparon sus rodillas pero aplaudimos que a ella no.

Lo que no hemos escuchado son los proyectos para el país de los candidatos.

¿Qué nos proponen? ¿Qué harían por la economía? ¿Qué por los bajos salarios? ¿Le subirían a la oligarquía los impuestos? ¿Cuál es su plan nacional para la educación? ¿Cuál para la salud?

De esas cosas concretas, nada se habla.

¿No es ese el objetivo de una campaña electoral escuchar los proyectos de los candidatos?

Desde luego, ese es su objetivo principal, para medir los proyectos y contrastarlos y elegir por quién votamos. Y eso estaría ocurriendo, excepto que el Instituto Nacional Electoral les tiene prohibido hablar de proyectos a los 10 candidatos, de Derecha e Izquierda, que hoy se pasean por el país.

Ah vaya.

Es más, el INE les tiene prohibido hacer incluso pequeñas propuestas. Es más, no deben decir que son candidatos. Ni puede haber debates entre ellos. Es más, los ciudadanos tampoco debemos decir que buscan nuestro voto.

No. Todo eso está prohibido.

Resulta que el INE acordó que los 10 candidatos oficialmente están en un “proceso partidista” y “no electoral”, amén de las prohibiciones antes enlistadas.

Eso para hacer cuadrar un reglamento caduco —que no consideraba elecciones internas en los partidos— con el hecho de que en esta ocasión los partidos sí decidieron hacer elecciones internas.

¿Cuál fue la solución del INE?

Nos ha ordenado a todos los mexicanos simular. Pretender que los candidatos no son candidatos y las campañas no son campañas. Al fin que tenemos práctica en eso, en simular, y en obedecer a instituciones testarudas, incapaces de seguir a la realidad.

Por eso de pronto, de forma distraída, nos encontramos en debates dignos de los que sostienen los espectadores de un reality show.

¿Xóchitl es indígena pura? ¿Sus huipiles harán moda?

¿Claudia no sonríe? ¿Levanta su dedito cuando reclama algo?

Debates sobre la personalidad de cada contendiente, como si la contienda por la presidencia fuera La Casa de los Famosos y estuviéramos midiendo su simpatía.

Aunque acusar a los candidatos de sus yerros no está vetado por el INE. Así que lo que sí fluyen son las acusaciones.

¿Beatriz Paredes, siendo presidenta del PRI, pactó con la Iglesia que los priistas votaran por vetar el aborto libre y gratuito?

¿Creel dio a los dueños de casinos permisos a cambio de cochupos?

Bueno, esto es más relevante. El historial de transas de cada candidato sí que importa.

Pero seguimos sin escuchar proyectos, lo que favorece a los candidatos que no tienen uno ni lo tendrán por falta de capacidad.

¿Hay un candidat@ valeroso que desafiará al INE y se plantará ante un micrófono y nos contará su proyecto para la Patria –emocionándonos?

¿Habrá dos candidatos que ignoren al INE y acepten debatir entre sí?

Ojalá ocurra.

De no ser así, estaremos hasta septiembre perdiendo miserablemente el tiempo colectivo en estas campañas donde lo único que no hay son proyectos para el país. La cosa en sí que debiera decidir el voto de un elector maduro.

Y en septiembre una porción de nosotros votará a ciegas para elegir al candidato del Frente Opositor mientras otros votarán a ciegas para elegir al candidato de Morena.

Gracias INE por las campañas más ridículas del mundo Occidental.

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