Dejemos de hablar de polarización, así en general. Salir de ese clima gaseoso de encono solo es posible ajustándose a los hechos. Intentando la verdad. Aun si nos ocupa más palabras y líneas ágata.

Hace 6 años este país estaba polarizado en los hechos. Esa es la verdad. Un país donde 365 hombres poseían más riqueza que el 90% del resto de las personas.

Este ya era también un país donde se mataban a 9 mujeres diario, por ser mujeres, y donde la misoginia iba de los hogares a las instituciones de la alta cultura, como el Colegio Nacional, donde solo hay un absurdo 10% de mujeres.

Y era un país polarizado donde las voces notables no hablaban de la polarización. La ocultaban. Hablaban del Poder y llamaban a la cordialidad. La cordialidad como un manto para esconder la basura.

Hoy esa polarización real ha escalado a la narrativa colectiva debido al presidente Obrador, que la puso en palabras. Y qué bueno. Debíamos hablar y escribir de ella.

Pero al mismo tiempo mucha de la polarización escaló al verbo público sin verdad. Sin adhesión a la realidad. Y esta polarización falsa es la mayor desgracia.

La propaganda política siempre ha recurrido a la no-verdad. A la satanización del contrincante y el blanqueo de los aliados. Pero ahora tenemos Twitter para que la propaganda sea diaria, a cada minuto, constante.

Elon Musk calculó que la mitad de las cuentas en Twitter son mercenarias. Pagadas. Recién esta semana que acaba, se corrigió. Son “mucho más”, tuiteó.

Y en Twitter los usos de esa propaganda se han venido volviendo conocidas y accesibles para cualquier inocente. Y son hoy usados por cualquiera.

El contagio del lenguaje polarizado en Twitter ha sido prácticamente absoluto. Hemos visto a académicos convertirse por voluntad propia y sin pago, en propagandistas del odio y del blanqueo. Hemos visto a ignaros volverse líderes de opinión gracias a su agresividad sicopática. Hemos visto a una precandidata a la presidencia tuitear “no te mueras Obrador, te quiero vivo para encarcelarte”. Y ser ovacionada en Twitter por la Oposición.

De la misoginia en Twitter qué decir. Twitter ha vuelto socialmente aceptado llamar a las mujeres putas, feas, locas y llamar a violarlas o mutilarlas. Sin que ningún caballero exprese jamás un Oh.

Twitter es en la práctica el corazón de la discordia. Una especie de ventilador donde entra el lenguaje basura, gira aprisa multiplicándose y luego se esparce al resto de la sociedad.

Twitter se jodió hace rato. No tiene remedio. Y desde Twitter, la basura de la mentira y el odio dicta hoy las formas del Congreso, las sobremesas de las familias, las ferias de los libros, se disfraza de neutralidad en las mesas de análisis televisivas.

La Mañanera polariza también ni duda. Diseñada por el Presidente para contrarrestar a la prensa neoliberal –casi toda la prensa— sin tener que sobornarla, primero intentó dibujar en palabras la verdadera polarización del país. La de pobres y ricos.

Pero el Presidente también se ha excedido. ¿Qué tanto? No tanto como los tuiteros se exceden y no tanto como la nueva prensa polarizada se excede con él. Aún si las palabras dichas por el presidente tienen un alcance incomparable.

¿Cómo vamos a salir de la polarización falsa? Es decir, sin volver a cubrir con un manto de cordialidad a la polarización real. Otra pregunta. ¿Es que está garantizado que podemos emerger de ella?

En Norteamérica la cultura Twitter ya llevó a un intento de golpe de Estado. En México recién llevó al intento de matar al periodista Ciro Gómez Leyva, un día después de que el Presidente lo mencionó de forma negativa en su Mañanera.

Debemos agradecer al blindaje de la camioneta de Ciro que él esté vivo y sano –y que el país no esté hoy incendiado.

Entender que jugamos con fuego es acaso el primer paso para salir de la falsa polarización. Pero la caminata de salida es más larga…

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