El jueves pasado, bajo los auspicios de la UNAM, conversaron cuatro notables feministas. Marcela Lagarde, Amelia Varcárcel, Alda Facio y Andrea Medina. La moderadora fue la exsenadora Angélica de la Peña y su tema fue las categorías del sexo y del género

En otros tiempos, el foro hubiera tenido un atractivo pedagógico. Después de todo, las categorías del sexo y el género han servido durante un siglo al feminismo para cifrar la lucha por la emancipación de las mujeres. Hoy, sin embargo, debido al ascenso en la atención pública de la nueva narrativa transgénero, que pone a debate esas categorías, el foro adquirió un interés urgente. 

¿Qué ha dicho el feminismo del sexo y el género? 

Se nace mujer y la cultura le impone a una la forma de ser mujer. Una forma rígida ante la que el feminismo se ha insubordinado. 

¿Qué dice hoy, en su flamante narrativa, apenas de dos décadas de existencia, la comunidad transgénero? 

Hay muchos sexos, aparte del masculino y el femenino, y el cuerpo con que una nace puede no corresponder a cómo una se siente. Una puede ser catalogada como hombre y sin embargo saberse por dentro mujer. 

¿Un buen tema para debate? 

Sin duda. 

Todavía más: un tema que al feminismo le urge debatir, para decidir su relación con las mujeres trans. Un debate, por fin, al que la UNAM le dio un foro, atendiendo a su tradición de albergar los debates culturales de trascendencia. 

Sin embargo, a un sector de la comunidad trans el mero anuncio del debate le ofendió. Previo a su acontecer por internet, en las redes sociales insultaron a las conversadoras y llamaron a quemar sus libros. Durante el conversatorio las columnas de comentarios se plagaron de insultos y amenazas. Y terminada la conversación, sucedió lo impensable. 

El COPRED de la CdMx, el Consejo para la Prevención y Erradicación de la Discriminación de la capital del país, publicó un comunicado donde su directora descalificó lo dicho en el foro como “discurso de odio”. 

Recordemos la definición del discurso de odio: es aquel que incita a la violencia física contra un grupo vulnerable. 

¡Vaya sorpresa!: el COPRED cataloga como discurso de odio a cuatro mujeres que dialogan en público y se queda mudo ante los llamados a callarlas y quemar sus libros. 

Dicho en breve, el COPRED se declaró a sí mismo como el nuevo policía del pensamiento. 

O usas la narrativa trans o la COPRED te persigue. 

¿En serio? Quiero ver al COPRED llamar a callarse al presidente López Obrador, porque habla de mujeres y hombres –nunca menciona a las personas trans y no se autonombra “persona con falo”, como aconseja la narrativa trans a los hombres biológicos. 

Bromas aparte, no debemos alarmarnos. El feminismo está acostumbrado a debatir —y también a albergar incertidumbres y contradicciones, de ahí que aglutina a mujeres de Derecha, Izquierda y anarquistas; a mujeres hetero, gays, bisexuales y trans; mujeres pro despenalización del aborto y mujeres que no quieren su despenalización. Esa inclusión, ese abrazo a todas, ha sido el genio que le ha permitido convertirse en el movimiento social más numeroso de nuestro tiempo. Y sin duda, el feminismo debatirá ahora con las mujeres trans, cuyo sector violento tal vez en el proceso aprenderá modos más civiles y verbales. 

En cuanto a la directora actual del COPRED, debe renunciar mañana. 

El organismo que hasta ahora preside tiene la misión de garantizar la libertad de pensamiento y expresión de todos los grupos, y ella lo ha utilizado precisamente para lo inverso. Para tomar partido en los debates internos del feminismo; para intentar cancelar a una corriente de pensamiento; para satanizar desde un órgano público al diálogo, llamándolo de forma incorrecta “discurso de odio”, sin preocuparse en probar la temeraria afirmación; y sobre todo, para asumirse, en un despliegue de arrogancia, como el policía de un pensamiento único.

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