El país parece vivir tiempo de enanos en nuestra vida pública. Y no solo del lado del oficialismo, incapaz de hacer valer la política sobre la imposición. O entre los jueces, sumisos e indignos. También en las filas de la oposición, poblada por la hipocresía y la mediocridad.
“He cambiado de opinión”, aceptó el presidente López Obrador al renegar de su compromiso de tantos años y campañas para regresar a los militares a sus cuarteles y reconstruir a la policía federal y a las corporaciones estatales y federales. Dijo que su gran viraje obedece al desastre que recibió, sin reparar en que abraza la misma fórmula que derivó en nuestra tragedia de violencia desbocada y creciente control sobre el territorio y las instituciones por parte de las mafias criminales.
Sin aceptarlo, también cambiaron de opinión los ministros de la Corte, el alto tribunal que hace 20 años arrancó una nueva era en la doctrina jurídica a favor de los derechos humanos y los compromisos ante convenciones internacionales en este campo, un proceso abortado por su reciente rechazo a matizar al menos la prisión preventiva oficiosa.
Igual mutaron de postura los políticos priístas y panistas que ayer —bajo Felipe Calderón o Enrique Peña Nieto— defendieron el recurso militarista y hoy lo impugnan. La hipocresía de los morenistas encarna en el video de la actual secretaria de Energía, Rocío Nahle que, en diciembre de 2017, como coordinadora de los diputados federales de Morena, alertaba con el peligro de desgaste de la milicia a manos del narcotráfico.
La buena ley, dicen los politólogos, solo puede provenir de la buena política, pero en tiempos de canallas al parecer ya todo se vale: engolar la voz al mentir, o sonreír mientras se traiciona.
El caso de la pugna entre Alejandro “Alito” Moreno y Miguel Ángel Osorio Chong es emblemático. Este último fue el operador principal para que el siempre controvertido exgobernador de Campeche truncara su mandato en 2019 y se proyectara a la presidencia del PRI, arrojando a la cuneta la causa en favor de José Narro.
“A(m)lito”, como fue bautizado desde que se hizo del Institucional, fue colocado ahí para ser sumiso al gobierno López Obrador, condición que mutó brevemente solo por un año (durante elecciones de 2021 y 2022), para regresar al redil empedrando su camino con traiciones múltiples, entre ellas al gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo, que figuraría entre los más afectados por una ruptura del frente opositor cuando ya se avista el relevo gubernamental en su estado.
Las huellas digitales de Moreno aparecen en la iniciativa de reforma constitucional que extiende la jettatura militar, firmada por Yolanda de la Torre, de Zacatecas, hija política de Arturo Yáñez Cuéllar, operador de “A(m)lito en aquella región. Sobre el tema, poco puede esperarse de San Lázaro, mientras en el Senado Ricardo Monreal seguirá caminando sobre el filo de la navaja.
Apuntes:
Dos momentos luminosos contrastaron con las horas bajas de la política en México. Un homenaje destacó este jueves las aportaciones de Cuauhtémoc Cárdenas, quien abrió el camino a las propuestas de reformas desde la izquierda en México. Fue objeto de un homenaje alentado por esta casa editorial y la UNAM, con un coloquio de voces congruentes, entre ellas la del propio político michoacano, las de Juan Francisco Ealy Ortiz, Sergio García Ramírez, María Marván, Rolando Cordera y José Woldenberg. Este último, casi en simultáneo, fue reconocido al cumplir 70 años con una vigencia plena que honra su espacio en estas páginas.
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