“No quiero ser presidenta, nunca me lo he planteado”, aseguraba Xóchitl Gálvez apenas el 15 de marzo pasado y en su fraseo reconocía no estar preparada para aspirar a la primera magistratura.

“Esas cosas se tienen que tomar con seriedad, son palabras mayores; yo he visto candidatos que le han batallado para ser reconocidos, yo no creo que a mí me conozcan en el país, apenas estoy logrando que me reconozcan en la ciudad razonablemente”, le comentaba en la radio a Ciro Gómez Leyva, luego de afirmar que lo que ella buscaba era la jefatura de gobierno de la CDMX.

Y con encomiable sensatez decía a quienes hablaban de su posible candidatura presidencial: “hay que domar el ego como políticos y en ese sentido estoy consciente de lo que sí puedo, y sí puedo ser una gran jefa de gobierno”.

Pero ocurrió que poco más de 105 días después, la senadora Gálvez se auto destapó como aspirante a la candidatura presidencial de la alianza Va por México (en vías de convertirse en Frente Amplio) y el pasado martes 27 de junio dijo en un video subido a sus redes sociales que va a ser la próxima presidenta.

¿Dispondrá para serlo de la capacidad que hace tres meses reconocía no tener? ¿En ese lapso la obtuvo y creció el nivel de reconocimiento nacional que ella dudaba poseer? ¿No pudo domar al ego? ¿Qué poderosos intereses la respaldan para que proclame desde ya su victoria?

Xóchitl Gálvez cumplirá 61 años en febrero próximo. Sin duda ha crecido en la cultura del esfuerzo. Salió de su natal Tepatepec, en el depauperado valle hidalguense de El Mezquital, para recibirse de ingeniera en computación y fundar una empresa constructora de edificios inteligentes de la que fue directora general. Su ascendencia otomí la impulsó a crear en 1995 la Fundación Porvenir dedicada a atender la desnutrición de niños indígenas. Esa ha sido, por cierto, su bandera política. Se incorporó al servicio público en 2000 durante el gobierno de Vicente Fox en el que fue la comisionada nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. No milita en ningún partido, pero su vida política ha estado asociada al PAN. Perdió en 2010 la gubernatura de Hidalgo y fue jefa delegacional en Miguel Hidalgo del 2015 al 2018. Su experiencia de gobierno se limita a esa demarcación capitalina. Contendería contra quienes han gobernado la capital de la república, pero en torno a ella se construye la narrativa de ser una ciudadana apartidista, de cuna indígena y mujer, poseedora además de un estilo burlón, provocador y pendenciero.

Con ese supuesto perfil ciudadano, más blanquiazul que neutro, la oposición aliancista alimentaría el sofisma del acercamiento a la gente del PAN, el PRI y el PRD. Su origen otomí la acercaría a la justicia social para los pueblos originarios y su condición de mujer, respondería a la necesidad de oponer una candidatura del mismo género a quien encabeza las preferencias electorales por el lado de Morena y el gobierno.

Poco ha dejado ver Xóchitl Gálvez de su profundidad ideológica y política o de talentos administrativos, pero su estilo rijoso (incluidos el uso de botargas, encadenamientos a curules legislativas o el rociar desinfectante a guardias de seguridad del Senado porque por ahí había pasado supuestamente contagiado de COVID Alejandro Armenta, presidente de la cámara alta), es para AMLO sopa de su propio chocolate.

Porque sí se acepta que los modos de López Obrador son los de un populista de izquierda, deberá aceptarse también que los de Xóchitl Gálvez son los de una populista de derecha, estilo que arrojaría muy buenos réditos de los no pocos mexicanos que despotrican contra el actual gobierno, lo que ha encendido alarmas en Palacio Nacional y entre las “corcholatas” morenas.

Lo que es inocultable es que la que termina fue para Xóchitl Gálvez su gran semana en redes sociales, donde los antiobradoristas mostraron furor por ella, lo que no quiere decir que ya haya alcanzado el reconocimiento nacional que dudaba tener hace tres meses.

En ese trimestre se definió el método de selección del Frente Amplio por México (FAM), nuevo nombre de la aliancista “Va por México”. Luego de conocer sus términos Xóchitl alzó la mano, mientras que cuatro suspirantes (los también senadores Germán Martínez, Lilly Téllez y Claudia Ruiz Massieu, y el gobernador yucateco Mauricio Vila) renunciaron a la carrera.

En términos generales lo consideraron una simulación, copia del proceso de Morena. De manera que el FAM no tenía ni dos días de nacido cuando recibió su primera abolladura y, dicen los que saben, se esperan otras más, incluida una desbandada priista que se espera mañana con el senador Miguel Ángel Osorio Chong a la cabeza.

Entre la cúpula panista, por otra parte, el líder nacional Marko Cortés y su jefe, Santiago Creel, no se ha asimilado muy bien esta especie de neo cargada a favor de Xóchitl Gálvez.

Resulta ahora que al dubitativo presidente de la Cámara de Diputados (“¿renuncio o no renuncio?”) le resta apoyos a su proyecto de alzarse con la candidatura presidencial de “Va por México” una política a la que él invitó y animó a unirse al proyecto aliancista, pero para buscar la jefatura del gobierno capitalino.

Parece, sin embargo, que en la simulada conformación del FAM decidirán al final los grandes grupos de poder, titiriteros de la alianza. Gálvez tiene con ellos una innegable y fluida relación. Baste recordar la video balconeada que les dio el 14 de marzo de 2016 en la ya inexistente red social Periscope, durante la fiesta del cumpleaños 75 de Diego Fernández de Cevallos celebrada en su rancho de Jerécuaro, Guanajuato. Ahí estaba la entonces jefa delegacional transmitiendo en vivo los saludos de sus amigos los expresidentes Carlos Salinas y Felipe Calderón, de los empresarios Carlos Slim y Germán Larrea, del cardenal Norberto Rivera Carrera y de políticos como José María Córdova Montoya y Porfirio Muñoz Ledo, entre otros.

Y por todo eso le decía que, a confesión de parte, relevo de pruebas.

Instantáneas:

1. HERMANA INCÓMODA. Una de las decenas de reclusas que llevan años en espera de sentencia es Jaqueline Malinali Gálvez Ruiz, hermana de Xóchitl. El próximo 24 de julio cumplirá once años encarcelada en el penal de Santa Marta Acatitla y sigue sin ser sentenciada. Jaqueline Malinali, de 52 años, fue detenida en 2012 acusada de formar parte de una banda de secuestradores llamada “Los Tolmex”. Hasta antes de ser capturada, la hermana de la senadora y aspirante a la candidatura presidencial de la alianza “Va por México”, había sido candidata a gobernadora y a senadora.

2. EL PASADO NO DUERME. Quienes bien conocen el día a día en la Cámara de Senadores aseguran que Ricardo Monreal, antes de irse a buscar la candidatura presidencial de Morena, dejó todo muy bien atado en la legisladora. Dicen que en el Senado no parece moverse la hoja de un árbol de las estructuras y grupos que dejó. Dentro de ellas está Andrés Lozano, contralor impulsado desde un principio por Monreal. Parece no importarle a nadie que Lozano tiene en su historia haber expedido la licencia de funcionamiento del tristemente célebre bar capitalino News Divine, que hace unos días cumplió quince años de la estampida que mató a trece muchachos, víctimas de la torpeza de autoridades y policías.

3. DOS BOCAS. Van dos datos respecto a la refinería Olmeca de Dos Bocas, Tabasco, una de las obras insignia del gobierno: 1. AMLO ya no pudo presumir que desde ayer estaría produciendo gasolina, como lo prometió. Ya está cargando petróleo crudo, pero la generación de refinados será, si bien van las cosas, hasta marzo próximo. Y 2. La explosión registrada en sus instalaciones el pasado 21 de junio no fue ocasionada por el incendio de las llantas de una pipa, como se informó oficialmente. Según los propios trabajadores fue ocasionado por un chispazo de soldadura que alcanzó diesel regado por una fuga. Acusan que los soldadores de la empresa Manufactura Especial y Proyectos Industriales (MEPI) de Juan Carlos Tapia Vargas, no suspendieron los trabajos que realizaban durante la carga de combustible de la pipa a los compresores.

rrodriguezangular@hotmail.com

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