Finalmente se concretó la destitución de Francisco Romero Serrano como titular de la Auditoría Superior del Estado (ASE). Tres meses transcurrieron desde que el ahora ex funcionario enfrentó un primer proceso judicial por un asunto de violencia familiar.

Asumió ese cargo desde el 27 de noviembre de 2019. Pero independientemente de los procesos penales que hay en su contra, su salida era inminente, pues su gestión fue cuestionada por supuestas irregularidades y el retraso en las revisiones de las cuentas públicas.

Éste último fue realmente el motivo por el que el Congreso de Puebla se apresuró en la remoción de Romero Serrano, pues les urge que se avance en la revisión de las cuentas públicas pendientes desde el 2018. Y entre más se acerque el proceso electoral del 2024, la urgencia crece.

El auditor sustituto, Rubén de la Fuente Vélez, no podía hacer mucho en su interinato, pero ahora como encargado de despacho ya tiene facultades para apresurar las auditorías. Vaya trabajo que tiene ahora.

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Lamentable el asesinato de Alan Torrentera y su sobrina Camila. Él, quien en su momento criticó la ola de violencia en el país en sus redes sociales, hoy fue víctima de ella.

Ellos no son un número en la lista creciente de homicidios que se vive en Puebla y en todo el país. Son seres humanos que tenían una historia, familia, proyectos, una razón de vivir de manera honesta y esforzándose día con día como la mayor parte de quienes habitamos en México.

Su muerte, no es una más. Muestra el grado de descomposición social y el recrudecimiento de la violencia que ha llegado a niveles inimaginables. Que su historia no termine aquí, que sea una motivación para que las autoridades redoblen esfuerzos y detengan esta inhumana manera de vivir.