José Ramón López Beltrán es el hijo más polémico de Andrés Manuel López Obrador. A sus 41 años, poco se sabe de las actividades profesionales que ha desempeñado el mayor de los tres descendientes del primer matrimonio del Presidente. En 2018 dijo que no trabajaría con su padre, que se dedicaría a otra cosa. “Todavía no sé a qué, pero el tiempo lo decidirá”, comentó.
En menos de tres añosa, la vida del hijo del Presidente dio un giro radical. Se casó con la ejecutiva brasileño-estadounidense, Carolyn Adams, y se mudó a Houston, Texas. El estilo de vida de la pareja fue exhibido la semana pasada por Latinus y la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad: dos casas de lujo con piscina, cine privado y camioneta Mercedes Benz. Una de estas, propiedad de un alto ejecutivo de la empresa Baker Hughes, contratista de Pemex.
El tren de vida de José Ramón López Beltrán, que incluye viajes familiares a Aspen, Colorado, un resort de ski de lujo, y a otros destinos suntuosos, ha resultado escandaloso frente al discurso de austeridad, justicia social y humildad de su padre. Esta situación llevó al Presidente a pedirle a sus hijos mayores de edad mantener un perfil bajo y alejarse lo más posible de su gobierno.
Con José Ramón las cosas no fueron tersas, según una persona cercana al Presidente. La relación de su hijo con Adams, cabildera de empresas del sector petrolero con presencia en México, era dinamita pura para la narrativa presidencial de evitar lo que el mandatario considera las “lacras de la política”: el tráfico de influencias, la corrupción y el nepotismo.
En abril del año pasado publicamos en este espacio una columna titulada ‘Los hijos del Presidente’, en la que dimos cuenta cómo el estilo de vida de sus hijos mayores de edad comenzaba a generar preocupación en el seno de la familia presidencial, tanto así que el mandatario les pidió irse a vivir al extranjero. José Ramón ya tenía esos planes, mientras que el menor, Gonzalo Alfonso, acató sin rebeldía las indicaciones de su padre y se fue a trabajar en la estructura del equipo de Los Gigantes de San Francisco. El mediano, Andrés Manuel –conocido como Andy–, no aceptó y se quedó a vivir en México, donde está involucrado profundamente en la política de la capital del país y en el gabinete presidencial.
Las sospechas del Presidente respecto a la relación de su hijo José Ramón se materializaron. Su pareja Carolyn Adams ha estado en el ojo público por ser cabildera de empresas del sector petrolero e inmobiliario en el país. También en este espacio publicamos en junio de 2021 que, a sólo cinco días de las elecciones intermedias, el gobierno de la 4T desactivó una bomba que iba estallarle a la familia presidencial, pues una empresa relacionada con Adams buscaba obtener terrenos en un área protegida de Chetumal para construir un hotel de lujo.
En un repentino golpe de timón, la Semarnat pidió reservar para la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas 2.5 hectáreas de terrenos que se encontraban en disputa en la Isla Grande de Holbox, los cuales estuvieron a punto de ceder a la firma Desarrollos Inmobiliarios Xunaan, subsidiaria de Stella Holding, que a su vez es propietario de la empresa Cava Energy, para la cual labora Adams desde 2016.
También en agosto del año pasado dimos cuenta de cómo Pemex dejó abierta la posibilidad para que el suministro de gas para la empresa estatal Gas Bienestar pueda venir de “cualquier otro proveedor” que no sea Pemex Transformación Industrial y Pemex Logística.
La alternativa, según empresarios del sector energético en Houston, apuntaba a la empresa Cava Energy. Luego de ser publicado, esto fue rechazado en una conferencia matutina y no se ha materializado.
La bomba que le explotó a AMLO y a un integrante más de su familia no ha podido ser contrarrestada con la narrativa de “su esposa es quien es millonaria, no José Ramón”, que se ha impuesto como estrategia de contención de crisis desde la vocería presidencial. El daño a la imagen y discurso presidencial está hecho. Veremos cómo se refleja en la popularidad.
Juzgado en línea para mujeres
El presidente del Poder Judicial del Estado de México, Ricardo Sodi, puso en operación en las últimas semanas un juzgado en línea donde mujeres, niñas, niños y personas de la tercera edad pueden denunciar desde su casa, por computadora o teléfono, si han sido víctimas de violencia familiar.
El juzgado en línea especializado atiende en promedio a cinco personas al día y dicta medidas de protección que evitan que escale la violencia, en especial la que apunta al delito de feminicidio. Los jueces determinan medidas como la salida del agresor de casa, el apoyo de seguridad pública, la restricción de acercarse a las víctimas, la reintegración de documentos, el reembolso económico o la reincorporación de muebles y objetos personales.
Una buena iniciativa.
@MarioMal
mario.maldonado.padilla@gmail.com