Este año hemos enfrentado múltiples crisis y retos. Por citar solo unos ejemplos, en el sector salud, una pandemia que ha dejado más de 600 mil muertos, un desabasto importante de medicamentos y un sistema de salud público que ha sido abandonado a su suerte. En seguridad, vamos a cerrar el año con más 31 mil homicidios, policías locales desamparadas y la progresiva militarización del país. En el tema económico, el desempleo, la caída del PIB, y la mayor inflación que se ha visto en veinte años.

Pero no todo está perdido, algo que los mexicanos hemos probado una y otra vez es que, en tiempos de crisis, el sentido de comunidad siempre surge y estamos ahí para apoyarnos los unos a los otros. La solidaridad es un valor que se caracteriza por la colaboración entre los individuos, lo que permite lograr la superación de los más terribles desastres, como guerras, pestes, enfermedades. Cuando recordamos los terremotos del ’85 y del 2017, las primeras imágenes que surgen son las de todas las personas que pasaron días buscando y rescatando gente entre los escombros y llevando productos de primera necesidad a los albergues.

Ahora que nos hemos visto inmersos en una crisis de salud, que ha tenido consecuencias negativas en casi todas las esferas sociales del país, las y los mexicanos demostramos nuevamente la voluntad para apoyar a quienes más lo necesitan. El Centro de Investigación y Estudios sobre Sociedad Civil A.C. realizó una encuesta en la que midieron la actividad voluntaria, solidaria y generosa de los mexicanos durante el confinamiento provocado por el Covid-19; encontraron que el 73% de las personas encuestadas habían realizado al menos una acción solidaria, como la promoción de servicios de alguien que se quedó sin trabajo, o la donación de alimentos y de dinero. Mientras por un lado el gobierno destruyó al Seguro Popular, abandonó a los hospitales y maltrató a los médicos, desmanteló los mecanismos de compra de medicinas y tuvo un desempeño desastroso frente a la pandemia, por otro se crearon círculos de ayuda para apoyarnos.

También hemos visto con tristeza, pero con esperanza, cómo madres, padres y organizaciones no se rinden y siguen buscando a sus seres queridos desaparecidos, y cómo ayudan a otros en su búsqueda. Asimismo, las mujeres se han unido para ser la voz de aquellas que ya no están aquí, y para resaltar otra de las pandemias que se viven en México, la violencia contra las mujeres y las niñas, y los feminicidios. Existen personas como “las Patronas”, que brindan alimentos y agua a los migrantes que están a bordo de “la Bestia”, así como otras organizaciones que también proveen refugio y asistencia legal. No podemos tampoco olvidarnos de los cientos de miles de niños, niñas y adolescentes que han quedado huérfanos por la pandemia, y de todos aquellos familiares que se han hecho cargo de ellos, así como de las casas hogar que amparan a miles que no tienen a nadie más.

A veces, cuando leemos las noticias, el mundo nos puede parecer un lugar desolador, lleno de injusticias y maldad, pero vale la pena recordar que, detrás de esas historias que duelen, hay otras muchas que nos deberían llenar de orgullo, porque es gracias a la solidaridad de miles de personas, que en el país hemos podido salir adelante, no sólo en tiempos de pandemia o de terremotos, sino en el día a día. Son historias de fortaleza, generosidad y esperanza. Son las reservas profundas de un país que puede y que quiere; y que, por ello, seguramente saldrá adelante.

¡Felicidades!

Quiero agradecer a todas las personas que durante este año se tomaron el tiempo de leer mis artículos. Les deseo que pasen muy felices fiestas en compañía de sus seres queridos. Nos volvemos a ver el 8 de enero.

*Colaboró Susana Donaire

Presidenta de Causa en Común

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