La falta de confianza genera diversas consecuencias negativas en el ámbito de las relaciones internacionales y la desconfianza entre los gobiernos de México y Estados Unidos ha llevado a malos entendidos, tensiones y crisis diplomáticas que han dificultado la cooperación bilateral.

El epicentro de la manzana de la discordia está localizado en la esfera de la seguridad y no hay pirotecnia que disfrace el golpe de la realidad. Esta falta de confianza pone en riesgo la región e impactará de manera quizá irreversible el orden mundial en la esfera más sensible: la económica.

La hoja de ruta del presidente Trump es la colisión, la amenaza inminente y las alianzas secretas que han escalado el conflicto que aún es difícil pronosticar su resultado.

La declaratoria oficial como organizaciones terroristas (FTO) a seis cárteles mexicanos por parte del departamento de Estado es prueba irrefutable de la compleja relación bilateral que ya es un cambio de paradigma diplomático y geopolítico.

Los intereses económicos contrapuestos estarán derivando de la competencia por recursos, mercados y zonas estratégicas que generarán todavía más ondas expansivas en las tensiones que aún no terminan de aflorar del todo.

El gobierno de Sheinbaum no puede decirse sorprendido por “campañitas” de la furia trumpista si las señales enviadas al exterior son de un delicado desorden doméstico y de un jaloneo en las aguas (no tan) profundas de Morena que hieden a corrupción y a alianzas “intolerables” con el narcotráfico. Para muestra la fotografía sinalonense.

La disputa por el poder en el lejano 2030 empuja en la burbuja del poder una lucha cruenta que tiene además como protagonista al que está ausente pero cada vez más presente.

El contexto actual requiere dejar de lado las narrativas nacionalistas y entrar de lleno a la arena de la negociación para colocar al gobierno mexicano como un actor que busca restablecer la confianza en medio de la irresponsabilidad de llevar a cabo una reforma judicial que abre la puerta a sujetos de dudosa procedencia y genera una ola expansiva de disuasión para los inversionistas.

México no se presenta como un socio confiable al coquetear con el peligro legal y jurídico de la mentada reforma que estará en la mesa de alto nivel de negociación donde hay intereses estratégicos en juego.

El pragmatismo y la desconfianza serán actores clave en un juego bilateral que puede llegar a ser de suma cero con quid pro quo.

En el torbellino de la incontinencia verbal de Donald Trump, éste se vuelve predecible por los factores que caracterizan su estilo de liderazgo, su comunicación y toma de decisiones.

Aunque su retórica puede parecer impredecible en algunos momentos —como lanzarle un guiño a Sheinbaum diciendo que es una “mujer maravillosa” después de golpear a su gobierno declarando que “...México especialmente ahora está dirigido por los cárteles..”— en realidad sigue patrones claros. Y uno de ellos es retirarse de acuerdos internacionales para renegociarlos bajo sus propios términos.

Cuando se comprenda esto en su justa dimensión, la titular del Ejecutivo tendrá rutas de salida en lo que será la eterna confrontación con el magnate durante cuatro de sus seis años de gobierno. Y ello implica desactivar estratégicamente la narrativa de narcogobierno.

Y debe empezar por la casa Morena antes de que el fuego de la Casa Blanca la destruya, le genere humo tóxico y le provoque daños económicos y políticos rumbo al 2030.

@GomezZalce

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