El papel que jugó el PRI al intentar posicionarse como “opositor” en las pasadas elecciones dista enormemente del que juega en las negociaciones cotidianas tanto en el legislativo como en algunas entidades federativas. Acusaba a Morena de destruir a México, mientras que en el Congreso acuerpaba las reformas más emblemáticas de esta administración.
La abyección incuestionable que ha mostrado para darle a Morena la anhelada mayoría con la que se han materializado reformas constitucionales, quizá ha sido su ficha de cambio para permanecer en el espectro político. Privilegian la permanencia y se sacrifica la dignidad. No es que uno haya pensado que alguna vez la tuvieron, pero evidentemente hay demasiados intereses en riesgo que no solo pueden ser una amenaza para la libertad de muchos de los integrantes del PRI, sino que su hegemonía desgarrada no alcanza para construir un proyecto que los haga diferenciarse de Morena. Juegan con uniforme distinto, pero para el mismo equipo.Como la conformación del Congreso se mantiene casi igual a la anterior, no será difícil para López Obrador convencer a legisladores de la oposición para que se aprueben las tres grandes reformas constitucionales que anunció en junio: 1) la eléctrica que enviará al Congreso este mismo año para modificar el modelo de la Comisión Federal de Electricidad (CFE); 2) la Electoral, que someterá en 2022, para que, según él se reduzcan los costos de las elecciones y se eliminen los 200 diputados plurinominales y 32 senadores de representación proporcional, y; 3) la de la Guardia Nacional, que presentará en 2023, para que ésta pase a formar parte de la Secretaría de la Defensa Nacional y pierda el carácter civil al que la Constitución le obliga.
Los senadores Germán Martínez (Morena), Gustavo Madero (PAN), Nancy de la Sierra y Alejandra León (PT) y el independiente Emilio Álvarez Icaza buscan conformarse como bancada. Morena pierde a uno de los suyos, más dos aliados del PT. En consecuencia, López Obrador necesitará más de 8 votos de la oposición en el Senado. Algunos de los que se han mostrado más incondicionales al lopezobradorismo son: Osorio Chong, Manuel Añorve Baños, Sylvana Beltrones Sánchez, Eruviel Ávila Villegas, Nuvia Mayorga Delgado, Carlos Humberto Aceves del Olmo, Verónica Martínez García, Ángel García Yañez y Mario Zamora Gastelum.
Entre los gobernadores del PRI tampoco se ha mostrado algún contraste discursivo ni de acciones al de la presidencia. Por poner un ejemplo, la buena relación política de Del Mazo con López Obrador obedece a la bien calculada estrategia del grupo Atlacomulco por absorber el golpe electoral de 2018, para preservar privilegios. No es descabellado pensar que Del Mazo se vea tentado a negociar la entrega del Edomex a Morena. Los miembros del grupo Atlacomulco están dispuestos a cambiar de partido o siglas con tal de conservar el poder en la entidad más poblada de la República.
Para muestra algunos guiños de cariño entre el gobernador y el presidente: en Octubre del 2018 se reunió con él en Toluca para hablar de sus gobiernos; en la revisión de los contratos del NAIM de Texcoco, López Obrador aseguró que no se encontró nada que relacionara a Del Mazo con la obra; el gobernador del Edomex acompañó en el primer informe de gobierno a López Obrador; el presidente le agradece a Del Mazo públicamente el respaldo en Octubre 2020; tras el segundo informe de gobierno presidencial, Del Mazo realiza una felicitación pública a López Obrador.
Sus métodos corporativistas y clientelares les hermanan. Mientras no haya un proyecto de nación por encima de un reciclaje de liderazgos políticos ad nauseam, la alianza entre el PRI y Morena seguirá vigente. La otra “oposición” tampoco da señas de emerger como contrapeso de facto.
@MaiteAzuela