“El emperador sigue desnudo”
Tiene licencia para violar la ley todas las veces que quiera, al fin y al cabo es como una calca de su gran amigo Donald Trump: anticiencia y antitécnica, dicharachero, vulgarzón, un sinvergüenza, pues, que tendría el poder de matar a alguien a plena luz de día, para que luego sus focas se irritaran las palmas de tanto aplauso.
Ajá, pero a diferencia del güero, nuestro Presidente no tiene el dique de las instituciones para frenarlo o, al menos, no de la forma en que los Estados Unidos recuperaron la razón después de aquella borrachera vergonzante que devino en una cruda moral de cuatro años hasta que, de plano, echaron al populismo por el retrete.
Es que ya no sé si nuestro Presidente perdió el juicio por la hubris de Palacio o si es que su plan siempre ha sido convertir al país en un trazo fiel de las utopías que sólo habitan su mente: López Obrador siempre ha sido un hombre con el sentimiento del pueblo en carne viva, aunque hoy parezca más obsesionado en la lucha contra los molinos de viento que en la realidad que sufren sus gobernados, ¿qué fue lo que pasó?
Nuestro Presidente perdió el piso, para él hay un complot internacional en su contra que pasa igual por las redacciones de Le Monde o The Economist, que por la Oficina Oval al que seguramente, en su cabeza, tendrá derecho de picaporte Claudio X. González.
Poco importan en Palacio los muertos de la violencia, los muertos de la pandemia y los muertos de hambre por la crisis económica, mucho menos importa la erosión de medicamentos que se convierte en una cascada de enfermos terminales, ni la injusticia, ni la desconfianza, ni la destrucción, ni la polarización. Poco o nada importa en Palacio la realidad.
En cambio, ha sido parida una visión bolchevique muy a la mexicana, tan surreal como anacrónica, tan trágicamente graciosa: el mundo es lo que usted ordene, Señor Presidente.
¿No era ese “Señor Presidente” el que detestaba los motes de altivez?, ¿no era ese “Señor Presidente”, que hoy mira de soslayo a todo el que no besa sus pies, un hombre que quería ser por siempre, y simplemente, Andrés Manuel? ¿No era ese “Señor Presidente” aquél que llamaban “El Peje”, al que 30 millones de mexicanos confiaron su voto, incluyendo una mayoría de clase media a la que hoy desgarra y castiga convirtiéndola en miseria? ¿Quién es ese “Señor Presidente” al que hoy no se le puede criticar, ni señalar, ni decir absolutamente nada que incomode? ¿Quién es ese “Señor Presidente”, tan inseguro, que se ha rodeado de bufones que lo atascan con lisonjas? ¿Quién es ese “Señor Presidente”, tan arrebujado entre complejos y vendettas, que ha olvidado su propio sueño? ¿Quién es ese “Señor Presidente” al que ya no se le admira sino que se le teme?
¿Quién le dice que no al “Señor Presidente”?
DE COLOFÓN
Ojalá que el 7 de junio podamos despertar para vernos los rostros y encontrar en la mirada del prójimo a nuestro compatriota. Ojalá que el 7 de junio sea el inicio para construir el futuro. Ojalá que no terminemos peor.
@LuisCardenasMX