“No seas pesimista, es muy de clase media” 
Violet Crawley en Downton Abbey 




Nuestro Presidente ahora cargó contra la clase media.
 
Pueril, fiel a su estilo, en berrinche y pataleta, llamó a la clase media “aspiracionista” y tan, tan: ¡Al costal de los conservadores!, ¡a la reserva de los enemigos!, ¡Sanbenito y Capirote para todo aquel que ose querer algo más!, ¡ambiciones a la hoguera!, ¡nadie con más de un par de zapatos!, en fin, cosas así… 

El daño que López Obrador hace a nuestro país no puede, todavía, reflejarse en su totalidad. Por lo regular el tamaño del estropicio cobra conciencia mucho tiempo después de haberse cometido, la tragedia lopezobradorista será más lacerante que compleja aunque, eso sí, se convertirá en un referente macabro dentro de algunos años, un retroceso en todo sentido: de política, de seguridad, de marginación social y, evidentemente, de desastre económico. 

Temo que nuestro presidente logrará su tan anhelado objetivo: hacernos más pobres, llevar a millones de mexicanos a tener que comer de la palma de su mano para dominar la miseria con sus programas sociales, con su asistencialismo y con sus migajas. Nunca fue una broma aquello de “primero los pobres”. 

El ataque a la clase media es de preocupación, de alerta roja, es una guerra declarada al 40% de los hogares mexicanos, a casi 15 millones de familias que conforman esa clase a la que más se le carga la mano en impuestos y a la que menos se le apoya en las tragedias. 

El presidente hizo sus cuentas, ha decidido apostarle a los más de cincuenta millones de mexicanos que están en pobreza laboral y que no alcanzan a ganar más de dos mil pesos al mes, ha fincado sus bases en los cinturones de miseria de todos los estados donde su movimiento ganó y ha hecho evidente su promesa: te quedarás pobre, porque pobre vales más. 

A López Obrador no se le puede pedir altura de miras, quizá se ha convertido en el presidente experto en los balazos al pie, su ser visceral devora su pequeño estratega, aunque ganó mucho no ganó lo que quería ni como quería y en lugar de tender puentes hacia el electorado que lo ha castigado él decide castigarlo más, hoy con sus groserías y reproches pero ¿mañana con reformas fiscales que asfixien a la clase media? 

En el cálculo de López Obrador no hay consideración a lo que, de seguir así, será su tumba política dentro de algunos años: las nuevas generaciones, aún las más pobres, aspiran a más, son ya producto de la era del conocimiento y no van a aceptar una condena a la miseria por decreto. 

El presidente ordena polarizar mediante la lucha de clases, ¿estará tan seguro de ganar la guerra?

DE COLOFÓN

La “filtración” más grave al NYT por el reportaje del Metro se llama REALIDAD, casi 10 años de negligencias criminales que acabaron con 26 vidas. 

Y aun así, lo más importante es la lectura política del desastre. 



@LuisCardenasMX

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