A mí me gustaría que el presidente López Obrador dejara de ser presidente, considero que es un hombre inestable que está poniendo en gran peligro a la economía, la estabilidad, las libertades, las instituciones y a la democracia misma, el daño que hasta el momento ha causado tardará mucho en revertirse aún después de su partida. Quisiera que renunciara, pero eso no va a pasar.
La perversión de un ejercicio de revocación de mandato es otro de los atropellos del presidente, no hay un solo escenario en dónde López Obrador deje el poder, tendrían que salir a votar casi 40 millones de mexicanos en su contra para que fuese vinculante y aún así, dado el principio de retroactividad de la ley, tampoco estaría obligado a renunciar.
Francamente, hay muy pocos mexicanos que acudirán a las urnas el próximo 10 abril por convencimiento propio, lo que veremos, más bien, será la maquinaria lopezobradorista en acción y el resultado final arrojará el número bruto que representa su músculo.
De entrada, el ejercicio será una prueba de fuego para los 16 gobernadores de Morena que ya están preparando el acarreo para cumplir o superar el número que les exigen desde Palacio Nacional.
Y es que ese número será un buen aproximado del voto duro con el que cuenta el lopezobradorismo para 2024, su mínimo con el que podrían arrancar las elecciones presidenciales.
La oposición no debería menospreciar el dato que se arroje, pensemos, basados en algunas encuestas, que la movilización en pro del presidente alcanza entre 12 y 15 millones de personas, ¿cuál sería, entonces, el número que tienen los opositores?, ¿estarían en una capacidad de juego o de plano veremos una elección presidencial de trámite con quien quiera que sea el o la candidata?
Sin embargo, podría venir una muy buena noticia si al final resulta que no alcanzan ni siquiera los 10 millones de votos, eso podría evidenciar la torpeza de la maquinaria y lo flaco de la estrategia de movilización de los gobernadores de cara al 2024.
Viene también una prueba de fuego para Claudia Sheinbaum, que parece que ni de lejos logrará aportar algo cercano a los 2,537,452 votos con los que ganó en 2018 y que en 2021, con el descalabro de Morena en la Capital, apenas rebasó el millón y medio. ¿De que tamaño será su movilización?, ¿habrán valido la pena las decenas de espectaculares que ensucian la ciudad con la figura del presidente?, ¿las lonas que ilegalmente cuelgan de puentes peatonales?
Yo no iré a votar el próximo 10 de abril, hay muchas cosas más importantes que hacer ese domingo que perder el tiempo en un ejercicio que no tendrá ninguna repercusión porque nada cambiará, el presidente seguirá siendo el presidente en cualquier escenario.
De Colofón
No hay forma de que pase la locura de reforma electoral que plantea López Obrador, es otra ocurrencia que nace de la víscera, la improvisación y la ignorancia. Sin embargo, será un buen pretexto para seguir golpeando en los siguientes meses al INE y al TEPJF.
Y todavía faltan 914 días para que termine el sexenio.