“La indiferencia es el peso muerto de la historia".
— Antonio Gramsci
Por un momento parecía que sería una noche para recordar. Las luces, la emoción, los artistas esperados. Pero el festival AXE Ceremonia 2025 terminó en tragedia: dos jóvenes murieron aplastados por una estructura metálica que colapsó, justo cuando buscaban hacer su trabajo. Eran fotoperiodistas. Querían contar lo que ahí pasaba. Ahora son parte de una historia que nunca debió escribirse.
Se llamaban Berenice y Miguel Ángel. Iban a cubrir un concierto. Encontraron la muerte. No hubo alertas, ni protocolos, ni previsiones. La organización del evento, lejos de ofrecer certezas, tardó en responder. Las autoridades, con su tibieza habitual, ofrecieron comunicados que suenan más a excusas que a explicaciones.
A dos días del horror, la indignación crece. En la Cámara de Diputados, legisladores de Morena exigieron explicaciones y apuntaron directamente a Mauricio Tabe, alcalde de Miguel Hidalgo. Lo acusan de negligencia y omisiones graves: desde permitir que una funcionaria inhabilitada firmara autorizaciones del evento, hasta no garantizar la presencia de servicios de emergencia ni personal de protección civil de la alcaldía.
No es menor. La ley para espectáculos públicos es clara: las alcaldías tienen la responsabilidad de supervisar, autorizar y garantizar que cualquier evento masivo cuente con las condiciones mínimas de seguridad. Aquí no se cumplió. Lo que hubo fue un permiso entregado al vapor, sin revisión, sin protocolos, sin vigilancia.
El exalcalde Víctor Hugo Romo lo dijo: puede haber ejercicio ilegal del servicio público, omisión impropia y responsabilidad solidaria. Es decir, lo que ocurrió no fue un accidente, fue el resultado de una cadena de irresponsabilidades que pueden y deben investigarse penalmente.
Pero hay más. El AXE Ceremonia no es un evento cualquiera. Desde hace años, se habla de su cercanía con Andrés López Beltrán, Andy, el hijo del expresidente. Aunque oficialmente no aparece en papeles, su nombre ronda entre productores, promotores y gestores. Se le menciona como facilitador de tratos, como enlace para conseguir espacios, financiamiento, permisos. Nunca da entrevistas, nunca aclara. Pero su sombra está ahí.
¿Ayudó Andy a empujar este festival? ¿Hubo gestiones silenciosas desde el poder para que se agilizara todo? ¿Cuántas reglas se rompieron bajo el amparo de un apellido todavía presidencial? ¿Quién se atrevió a decir “no” cuando el hijo del expresidente está relacionado?
La tragedia de Berenice y Miguel Ángel no puede verse como un hecho aislado. Es el reflejo de cómo se tuerce la ley cuando el poder político y el dinero se cruzan. Es el resultado de un sistema donde todo se permite si se tiene el apellido correcto, donde la seguridad se delega y la muerte se minimiza.
Porque en este país, hasta en un festival musical te puede alcanzar la muerte… y los responsables siempre tienen “otros datos”.
DE COLOFÓN: El comunicado de Claudia Sheinbaum a la dirigencia de Morena, pidiendo evitar los arranques anticipados de campaña como el protagonizado por Andrea Chávez, es más que un llamado a la prudencia. Es una advertencia. Un intento de contener las tensiones internas que ya comienzan a asomar dentro del partido.
Al interior de Morena se perfilan dos grandes bloques. De un lado, el grupo más institucional, encabezado por la propia Sheinbaum, con figuras como Luisa María Alcalde y Omar García Harfuch, que buscan consolidar un proyecto de continuidad con orden, control y estrategia a largo plazo.
Del otro, una fracción más impaciente y desafiante, conformada por Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Gerardo Fernández Noroña, que presiona por espacios y mantiene viva una lógica de confrontación interna.
El mensaje de Sheinbaum no solo pretende frenar la desbandada de ambiciones, sino reafirmar su liderazgo y trazar los límites de la lealtad política dentro de su propio campo.
Lo que Sheinbaum intenta evitar no es una campaña adelantada, sino una fractura prematura.
@LuisCardenasMX