El New York Times encendió la alerta en su portada el fin de semana:

“El silencio suena más fuerte cada día. Los trabajadores del gobierno federal despedidos, a quienes les preocupa perder sus casas, piden que no se citen sus nombres. Los rectores de universidades, temerosos de que puedan desaparecer millones de dólares de financiamiento federal, se contienen. Los CEOs de las empresas, alarmados por los aranceles que podrían perjudicar a sus empresas, están mudos. Incluso los veteranos halcones republicanos del Capitolio, asombrados por cómo el presidente Donald Trump ha reescrito la historia, según la cual Ucrania es culpable de su invasión por Rusia, se han amordazado”.

“Transcurridas más de seis semanas del segundo gobierno de Trump, se extiende el frío sobre el debate político en Washington y más allá. Las personas a ambos lados del espectro político, que normalmente formarían parte del diálogo público sobre los grandes temas del día, dicen sentirse intimidadas por la perspectiva de los ataques en redes sociales de Trump y Elon Musk, y están preocupadas por los daños a sus empresas y temerosas por la seguridad de sus familias. Los políticos temen ser desterrados por un partido rearmado a imagen de Trump…”

La represión, el silencio, la intimidación, el miedo, la paulatina y casi sutil pérdida de libertades. Indudables pasos hacia un régimen autoritario, sucediendo en el país considerado modelo mundial de la democracia.

Ahora le pido que vuelva a leer los párrafos iniciales de esta columna. Pero piense en México. Los mismos trabajadores de carrera profesionales del gobierno que se vieron estigmatizados, los mismos rectores que dejaron de alzar la voz, los mismos empresarios que sólo hablaban en privado para no perder sus contratos. Cambie los veteranos halcones republicanos por los líderes históricos de la izquierda que se acomodaron con la idea de volverse el PRI al que tanto combatieron. Cambie Trump por AMLO. Piense en tantas voces que optaron por la autocensura con tal de no ser exhibidos en redes sociales por la aplastante propaganda de un régimen… o en la mañanera por la voz más poderosa de todas, la del presidente.

Pobres vecinos. No saben lo que les espera.

SACIAMORBOS

Cada quince días en la mañanera repiten lo mismo: que durante este gobierno los asesinatos han bajado 15% y que desde que llegó López Obrador al poder han bajado 25%. De lo que nunca hablan es de las desapariciones. En este sexenio han aumentado 11% y desde que llegó AMLO han subido 130%. Son también datos oficiales, nomás que de ellos no se habla en la mañanera.

La administración de la presidenta Sheinbaum -tan inclinada a abordar los problemas con datos- ha sido incapaz de explicar por qué si bajan los homicidios dolosos, se dispara el número de personas desaparecidas sin localizar. Y esto solo ha abonado a la sospecha de que están maquillando las cifras, que están bajando artificialmente la cifra de asesinatos haciéndolos pasar por desapariciones. Súmele que la percepción de la ciudadanía es que hay más violencia, también según el dato oficial del Inegi.

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