La riña por el control del Cereso de Colima comenzó a las 9 de la mañana del sábado 22 de enero, en los dormitorios A y B.
Dos células del Cártel Jalisco Nueva Generación, bajo el mando de Felipe Peñaloza, El Rojo, y Víctor Alexander Torres Brizuela, sobrino del jefe de asesinos de El Mencho, José Bernabé Brizuela Meraz, avanzaron una contra la otra.
Los internos iban armados con tijeras, cúters, puntas y cuchillos “hechizos”. Llevaban también mazos y martillos. El cadáver de uno de ellos fue encontrado con una escuadra en la mano y un teléfono celular en el bolsillo.
La violencia dejó varios cuerpos destrozados.
Uno de estos presentaba el cráneo horriblemente machacado con una piedra.
Entre los muertos figuraba el hermano de un abogado del CJNG apodado El Cejón. Este abogado ha sido vinculado a la mafia conocida como Los Mezcales, que opera en Colima bajo las órdenes de José Bernabé Brizuela Meraz, a quien apodan La Vaca, La Bestia o El Animal, y cuya trayectoria criminal puede rastrearse desde 2007, cuando fue recluido por primera vez por homicidio calificado (volvería a ser aprehendido en 2011 y 2013).
“Una bestia, un sicópata”, lo definió uno de los marinos encargados de su detención.
Según la declaración de los custodios, algunos de los participantes en la riña del penal de Colima contaban con teléfonos celulares desde los cuales se les daban indicaciones. Cuando las autoridades tomaron el control del centro de reclusión, habían quedado tendidos nueve muertos y ocho heridos.
En unos cuantos días, la violencia desatada en las celdas pasó a las calles. El propio José Bernabé Brizuela Meraz, La Vaca, había extendido un rumor sobre la muerte del líder del Cártel Jalisco, Nemesio Oceguera, El Mencho. El gobierno federal sabía que desde hace al menos un año la salud del Mencho se había deteriorado a pasos agigantados. Según funcionarios de seguridad, el violento jefe del CJNG requería de transfusiones diarias.
Aunque no era posible confirmar el rumor soltado por La Vaca “hasta que no haya un cuerpo”, las autoridades confirmaron que dentro del cártel había ocurrido una fractura, y que se estaba desatando una guerra por el poder.
A partir del lunes pasado, en menos de una semana ocurrieron en Colima y su zona conurbada 22 ejecuciones. La violencia comenzó con el asesinato de dos hombres. Siguió una estela en la que restos humanos fueron hallados en varias bolsas de plástico, en la que diversos domicilios fueron rafagueados, y en la que aparecieron una serie de narcomantas y mensajes de Facebook que aterrorizaron a la población y encendieron focos de alerta entre las autoridades.
Fueron seis días de balaceras y persecuciones en Colima, en los que se reportó la llegada de células de sicarios a la capital del estado.
La Asociación de Comerciantes del Centro Histórico reportó que los negocios se habían quedado vacíos y que muchos otros estaban cerrados. Las escuelas suspendieron clases presenciales, se suspendieron los Juegos Nacionales Conade 2022, y de pronto la capital del estado lució como tantos otros pueblos y comunidades del país: con calles desiertas y gente a la que el miedo había obligado a pertrecharse en sus casas.
En la misma semana se difundieron los mensajes presuntamente firmados por Brizuela Meraz, La Vaca, líder de Los Mezcales, en los que se “reveló” la muerte de Nemesio Oceguera, El Mencho, y en los que Brizuela (libre desde 2020) “denunció” que el Cártel Jalisco le había ordenado atentar contra la vida de la gobernadora del estado, Indira Vizcaíno.
Las autoridades federales tomaron aquello con cuidado: “No hay información confiable”. Sin embargo, la secretaria de seguridad federal, Rosa Icela Rodríguez, se reunió con funcionarios del gobierno estatal y unos 1,300 elementos de la Guardia Nacional, la Sedena y la Marina fueron enviados a Colima.
No hay manera de confirmar si es verdad que El Mencho murió. Pero en los cuerpos de seguridad no queda duda de que algo ha ocurrido al interior de este grupo criminal, uno de los dos más poderosos de México. Uno de sus aliados se separó, en la que, para ese cártel, es quizá la ruptura más grave en una década.