Impresionante la marcha que el presidente Andrés Manuel López Obrador convocó el domingo pasado en la CDMX y no tanto por los cientos de miles de personas que logró concentrar, como también lo hizo la marcha que organizaron sus opositores el 13 de noviembre pasado, sino por el juego tan rudo que está orquestando para afianzar su poder y tomar ventaja rumbo a las elecciones de 2024.

Toda la estructura oficial, desde el gobierno federal, estados gobernados por Morena y varias instancias del gobierno de la CDMX dieron acompañamiento logístico y operativo para la organización de la marcha. Desde la colocación de cartelones en el Metro de la CDMX hasta el retiro de las vallas alrededor del Ángel de la Independencia, la facilidad para transportar a miles de personas y el montaje de un gigantesco templete en el Zócalo. Una operación impensable sin apoyos oficiales.

De igual manera, la radio y la TV que opera el gobierno federal y el de la CDMX (Canales 11,14, 21, 22, SPR, IMER y Radio Educación) hicieron una transmisión en cadena nacional para hacer propaganda de un acto partidista, algo prohibido por varias leyes, pero, sobre todo, contrasta que estos medios no dieron cobertura, ni de cerca, a la marcha que la oposición convocó hace 15 días.

También, en esto de jugar lucha libre contra las instituciones, el Presidente trae una campaña mediática y legislativa contra el INE y el TEPJF, los árbitros de todas nuestras contiendas electorales, para cambiar cómo operan o socavar su autonomía, algo que, de una u otra forma, se concretará a mediados de diciembre en el Congreso de la Unión, dominado por Morena.

Y, preparando el terreno contra su siguiente blanco, el Poder Judicial de la Federación, empieza a telegrafiar que va contra sus recursos y privilegios. No en vano ha usado la mañanera para atacar a la Suprema Corte y a los jueces por la salida de criminales de las cárceles en sábado —sin dar mayores detalles—; a cuestionar los criterios por los que los ministros anularon la prisión preventiva en automático para delitos fiscales y, ayer, criticando hasta el involucramiento de la Corte en la prohibición para montar nacimientos o cualquier evento religioso en la vía pública.

Así, con gran destreza y cálculo político, AMLO está minimizando a las instituciones públicas que juegan un papel de árbitro en las contiendas políticas; usa a sus medios públicos de manera propagandística y ataca a medios privados por cualquier cobertura que no le favorece. Sencillamente, juega tosco, y eso le da éxito en encuestas y voto popular.

Es algo similar a lo que hemos visto en otros países: Argentina, con la dupla Fernández-Kirchner; en Brasil, con Bolsonaro; en EU, con Donald Trump, y hasta en Turquía, con Erdogan. La diferencia es que en estos países las instituciones sí se impusieron y evitaron la concentración ilegal de poder, pero en México falta ver qué acontece.

Mientras el Presidente usa con rudeza todos sus poderes legales y fácticos, la oposición no acierta cómo responder. Desde España, el presidente del Congreso de la Unión, el opositor Santiago Creel, quien aspira a ser el candidato panista a la presidencia en 2024, junto con otros representantes partidistas y, sobre todo, con el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, Ricardo Monreal, lanzaron una convocatoria para realizar una mesa de “Reconciliación y Diálogo Nacional”. ¡Neta!

Esto sorprendió, pues Creel, ya como diputado federal, pidió en enero de este año mesas de diálogo con la Segob, mismas que iniciaron, pero no llegaron a nada y acabó siendo una burla para el PAN, para él mismo y para su dirigente Marko Cortés. De hecho, quedaron truncas.

¿Acaso lo único que se le ocurre a la oposición es sentarse a tomar café y galletas con el gobierno, pero, sobre todo, cuando ya saben que al gobierno no le interesa y no tiene ningún incentivo para negociar? Es tan dócil en esta lucha, que parece que practica yoga, mientras el oficialismo le da con todo en el ring de la política mexicana.

Si siguen así las cosas y la oposición no entiende que tiene que polemizar y jugar rudo, las elecciones de 2023 y 2024 le permitirán a Morena y aliados llevarse el “carro completo”. Y, para como ha jugado el Presidente, desde luego, se lo merece, mientras que la oposición es inexistente.

 Twitter: @JTejado
 

 

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