Estuve unos días en San Antonio, Texas, y nuevamente me encontré en Estados Unidos con una situación contrastante a la que tenemos aquí, en el país, en lo que se refiere al combate y tratamiento del Covid-19.
En las calles, oficinas y centros comerciales, mucha gente sin cubrebocas. Parecen confiados de que ya les dio una vez y no les volverá a dar o les dará más leve. (Temerosos o precavidos, a los que no nos hemos enfermado, la prudencia nos aconseja no dejar de usarlo).
Pero allá y, seguramente como acá, hay quienes piensan no vacunarse en orden de hacer “su propia investigación”, o porque no creen en las vacunas.
Es público que el Presidente Joe Biden ha tenido que enfrentar adversidades al inicio de su gobierno, entre ellas la vacunación contra el Covid, que en gran parte se atribuye a la polarización política que le heredó Donald Trump.
Biden prometió a su país que se administrarían 100 millones de vacunas contra el coronavirus, en sus primeros 100 días de mandato. Alcanzó esa meta en los primeros 58 días como presidente, por lo que tuvo que duplicarla a 200 millones de vacunaciones (la cual alcanzó en su día número 92).
Aparentemente fue un éxito, porque cumplía con su oferta política y acercaba a los Estados Unidos a la puerta de salida de la pandemia. Pero quizás no midió bien los alcances de sus opositores.
A pesar del gran esfuerzo para combatir la desinformación, las teorías conspirativas sobre la vacuna contra el coronavirus siguen en Internet. Esas teorías de conspiración han sido veneno puro para todos los que deseamos volver a la normalidad.
Es totalmente falso que las vacunas incluyan un microchip de vigilancia satelital, es falso que la vacuna altere nuestro ADN, es falso que la vacuna misma es la que ha creado distintas variantes y es falso que provocan infertilidad.
El pasado miércoles, llamó la atención del mundo deportivo que se dieran a conocer las medidas que aplicará la NBA (National Basketball Asociation) de retener el pago a los basquetbolistas no vacunados, que por esa circunstancia no se les permita jugar los partidos.
Una de las grandes estrellas de la liga, Kyrie Irving, de los Brookyln Nets, se ha negado a recibir la vacuna, argumentando que “es parte de un plan satánico para matar negros”.
La superestrella LeBron James se rehusó a compartir su situación de vacunación durante meses, hasta que finalmente confirmó el pasado martes que se encuentra totalmente vacunado y reveló que al principio se sentía “muy escéptico” además de que no era su responsabilidad estar socialmente involucrado con este tema, ya que se trataba de la vida de otras personas.
En contraste, otros ídolos, como Kareem Abdul-Jabbar, mandaron un rotundo mensaje a los que se niegan a recibir la vacuna: "Aquellos que afirman que necesitan hacer ‘más investigación’ están simplemente anunciando que no han hecho ninguna investigación". Y añadió que se perpetúa el estereotipo del deportista tonto que sólo está en el deporte por el dinero.
En Estados Unidos, el tema de la vacunación no es solamente un asunto de salud y de bienestar colectivo. No ha dejado de causar polarización y persiste como un tema partidista, racial y social.
Según el New York Times, el pasado julio se calculaba que al menos 93 millones de personas, candidatos a recibir la vacuna, han decidido no recibirla.
Mientras que muchos crean en teorías conspirativas, o se muestren escépticos, desperdiciarán el acceso que tienen a una vacuna que demuestra salvar vidas, mientras que millones no han recibido siquiera una primera dosis.
Monitor republicano
¡Felicidades a El Universal por estos primeros 105 años! Muchos más, con salud.