Llama la atención la soberbia con la que comunicadores y comentócratas formulan predicciones. Lo hacen con arrogancia y grandes aires de suficiencia, a pesar de que se equivocan una y otra vez. Hagamos un recuento apretado de sus errores a lo largo de este sexenio. 

En marzo de 2018, Héctor Aguilar Camín escribió: “El triunfo de AMLO podría tener severas consecuencias monetarias y financieras”. Dos meses después, Lourdes Mendoza tuiteó: “Aumenta el riesgo de depreciación del peso mexicano”. Ganó AMLO y hoy tenemos un peso apreciado y un incremento en las reservas internacionales. 

Pero la comentocracia no se detuvo. Un tuit de Pedro Ferriz en noviembre de 2022 dice: “luego de un profundo análisis económico, Macario Schettino, Luis Pasos, Gustavo de Hoyos y un servidor podemos proyectar un desliz del peso a 25 por dólar para 2023. Cuanto humor involuntario, hoy que el dólar está a 18,6. 

En junio de 2018, Francisco Martín Moreno escribió: “El futuro automotriz ya llegó y AMLO insiste en invertir miles de millones de dólares en construir refinerías cuando en 5 años los autos serán eléctricos y no consumirán gasolina.” Ya casi se cumple ese plazo y, que yo sepa, mi auto todavía funciona a gasolina. ¿El suyo? 

Durante el año 2018 Ricardo Alemán se dedicó a vociferar predicciones falsas, de forma casi compulsiva: Que las afores se utilizarían para financiar el Tren Maya, que se venían más gasolinazos, que las mañaneras se iban a imponer en cadena nacional, que AMLO pagaría el muro de Trump, que no sería posible bajar el IVA en la frontera... 

Pero dejemos a un lado a los cínicos que —como bien decía Kapuscinski— no sirven para este oficio. Entre las predicciones más excéntricas aparecen incluso perfiles serios y académicamente solventes, como Luis Carlos Ugalde, cuando dijo que “no descartaría” que AMLO quiera tener una permanencia en el poder “a partir de su esposa”. 

O está el caso de Jorge Castañeda, que apostó que el ministro Zaldívar se quedaba en la presidencia de la Corte hasta 2024. El mismo analista aseveró, en octubre de 2019, que la investigación sobre Ayotzinapa no encontraría “ningún nuevo elemento, ninguna nueva pista y ninguna nueva explicación”, lo que demostró ser falso tres años más tarde. 

Algunas predicciones son producto de mentes paranoicas, como ese artículo donde Beatriz Pagés vaticina que AMLO va a “destruir a la Iglesia Católica” y quiere imponer en México su religión: la cristiana. Otras se atreven incluso a adelantar fechas, como Martín Moreno-Durán cuando escribe que AMLO pedirá licencia en 2023 para hacer campaña por Morena. ¿Pasará? 

En el marco de la visita de Joe Biden a México encontramos joyas. Como ese tuit donde Dolia Estévez asevera que “con base en datos duros” su conclusión era que el Air Force One no aterrizaría en el Felipe Ángeles. Lo mismo aseguró Joaquín López Dóriga, con base en supuestas fuentes de la Casa Blanca. 

Los comentócratas yerran permanentemente en sus predicciones, pero cuando se trata de López Obrador, pareciera que la fiebre antiobradorista acentúa esa debilidad a extremos risibles. El problema no es que cometan errores, sino que casi nunca se hacen cargo de reconocerlos. Convendría que empezaran a actuar con un poco más de humildad.


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