Durante siete horas la vicepresidenta de la Cámara de Diputados, Blanca Alcalá, fue víctima de un secuestro exprés en la autopista México-Puebla, a la altura de Chalco. Se trata de la carretera que concentra el 20% de los asaltos a choferes y transportistas a nivel nacional, en un país en el que en los primeros siete meses del año se perpetraron más de cinco mil atracos en carreteras.
La México-Puebla es un territorio minado sobre todo en los municipios de San Martín Texmelucan, Puebla, Chalco, Amozoc, Ixtapaluca y Tlahuapan.
Se reportó que un poncha-llantas colocado en el camino obligó a Alcalá y a su chofer a detenerse: hombres armados los obligaron a descender del vehículo en que viajaban y los llevaron a un terreno baldío en el que otros conductores se hallaban secuestrados en tanto los delincuentes vaciaban sus tarjetas.
Desde luego, la legisladora fue despojada de tarjetas, datos bancarios y personales, así como de dinero en efectivo y otros objetos de valor. En un comunicado, Alcalá externó su consternación al vivir en carne propia “la realidad a la que se enfrentan a diario miles de personas usuarias de la red de carreteras y autopistas de México”.
El gobierno de Puebla reconoció en abril pasado que en esa autopista hay una ola imparable de asaltos masivos. En un solo evento, cinco automovilistas y tres choferes de tractocamión fueron asaltados por hombres que portaban armas largas.
Existen días en que 40 conductores son víctimas de delincuentes en la México-Puebla. El secretario estatal de Gobernación, Javier Aquino Limón, responsabilizó a pobladores de las zonas aledañas, que aprovechan la oscuridad o las complicaciones del tránsito para atacar a los conductores.
“Me tenían dando vueltas sin rumbo, agachado, con los ojos cerrados”, relató en el mes de marzo un chofer de TV Azteca que había sido interceptado en la caseta de San Martín Texmelucan.
Cuando al fin lo dejaron en libertad, los delincuentes le dijeron que era “libre de brincar y bailar”, pero que “si me pasaba de listo, iban a proceder contra mis familiares”.
Fue la misma amenaza que recibió Alcalá, luego de que los asaltantes tomaran nota de sus datos personales.
En los mismos días se habían reportado asaltos en Tlahuapan, Río Frío y Tlalancaleca. En algunos casos se emplearon incluso patrullas falsas, con estrobos, para detener y asaltar a las víctimas.
Imágenes de asaltos cometidos con violencia bañan las redes sociales diariamente.
Hace nueve meses se viralizó un intento de atraco a la altura de Chalco. Al salir de una curva, a las ocho de la noche, cuatro jóvenes que circulaban por la autopista toparon con una piedra. Tuvieron que detenerse para pedir asistencia vial: varios hombres rodearon entonces el vehículo e intentaron abrir las puertas. No lo consiguieron y el conductor arrancó, a pesar del daño que había recibido el neumático.
“¡Ah! Me dieron!”, exclamó el joven que iba al volante cuando una bala atravesó el cristal de la ventanilla, según quedó registrado en un video captado por la cámara instalada al interior de la camioneta.
Según datos de la Asociación Nacional de Transporte Privado, 86% de los asaltos perpetrados en autopistas son cometidos con lujo de violencia.
En el comunicado que ayer dio a conocer a la opinión pública, la vicepresidenta de la Cámara de Diputados no ofreció detalles del asalto que sufrió.
Gente de su equipo cercano ha informado, sin embargo, que los datos que la legisladora entregó a las autoridades fueron filtrados a los medios sin su autorización, y a riesgo de su integridad, así como de la de su familia: como se ha dicho, los delincuentes se llevaron consigo toda clase de datos personales.
La negación, la ineptitud y las omisiones de rigor en el sexenio que agoniza han propiciado que la cifra de asaltos en la México-Puebla haya crecido año tras año. A eso se suma la irresponsabilidad de autoridades que ponen en riesgo a las pocas víctimas que, a fin de evitar que otros vivan lo que han vivido ellas, se atreven a denunciar.
A ciertas horas, dicha autopista se ha vuelto intransitable. Los asaltos lastiman a miles de personas cada año. La Guardia Nacional solo ha servido de adorno. Esto debe parar, y alguien debe hacerse responsable de la integridad de quienes se ponen en peligro al tener el valor de revelar lo que está ocurriendo.