―Perdón por la tardanza… pero no quiso ese hijoeputa, ¿sí te dijo tu cuate?
―Ajá.
―No me pudo prestar más de dos varos.
―… Pero nosotros también tenemos que dar a nuestros…
―Güey, le supliqué a ese güey.
―Van a decir: son ustedes pura mamada, ustedes se están clavando un billete, ¿me entiendes?
―Échame la mano, güey, como le dije a tu compañero, ya le supliqué a ese hijo de p… le dije: manda a alguien a que me traiga el dinero…
―¿Cuánto conseguiste?
―Dos varos me depositó.
―¿Nada más?
―Sí, cabrón.
―Vale.
Era el diálogo que sostenían un chofer de Uber y un elemento de la Guardia Nacional de apellido Pérez en el aeropuerto de Mérida, Yucatán, a principios de octubre de este año.
Pérez le entregó al chofer unas hojas blancas para que colocara el soborno dentro de estas, le pasó el pequeño fajo de billetes a su compañero y se despidió con un “sale, pues”, antes de abordar la patrulla que llevaba en las puertas los logos de la corporación.
La extorsión fue grabada y pasó a formar parte del abultado álbum de imágenes que documentan en redes sociales actos de extorsión por parte de elementos de la Guardia Nacional.
La Guardia Nacional acababa de debutar como flamante ocurrencia de la 4T cuando se viralizó un video en el que dos de sus elementos, con el rostro cubierto con cubrebocas y pasamontañas, realizaban una extorsión en una narcotienda:
“¿Vas a negociar o qué… O te tumbo todo. Rápido, ¿cuánto tienes?... Cuánto traes, cuánto tienes, o dame el producto...”, apuraba uno de los efectivos a uno de los encargados, quien finalmente le entregó un pequeño envoltorio, no se sabe si de billetes o drogas.
Hace un mes, choferes de combi que cubren la ruta Villa Comaltitlán-Escuintla, en Chiapas, denunciaron a elementos de la Guardia Nacional que les imponen cuotas de entre 200 y 300 pesos “para que cada unidad siga su camino”.
Se trata de una ruta en la que grupos de migrantes centroamericanos se dirigen a Oaxaca “con la supuesta intención de que el INM les entregue documentos oficiales” que les permitan seguir hacia la frontera norte. La Guardia Nacional patrulla el tramo e instala retenes con la intención de cazar las combis.
A principios de noviembre, choferes de camiones de carga colocaron a las puertas del cuartel de la Guardia Nacional en Comitán cartulinas que exigían un alto a las extorsiones, y recordaban que “AMLO apoya a los transportistas”: “Somos transportistas, no bancos rodantes”, se leía en algunas de las cartulinas.
La Alianza Mexicana de Organización de Transportistas lamentó que la Guardia Nacional cobrara derecho de piso en las carreteras y estuviera “peor que la extinta Policía Federal de Caminos”.
Desde septiembre de 2021 se documentó que los transportistas se habían vuelto la caja chica de la corporación creada por López Obrador con la promesa de acabar con la corrupción.
Según la Canacintra, el 44% de los transportistas extorsionados por alguna autoridad en 2020 señalaron a la Guardia Nacional. Las extorsiones al gremio habían pasado de 28% en 2019 a 38% en 2020. En septiembre de 2021, la Canacintra denunció que, en términos de extorsión, municipales y guardias nacionales eran el azote de las carreteras.
Operadores de autobuses de pasajeros denuncian que las extorsiones ocurren “cada cinco minutos” en las carreteras de Jiménez, Camargo, Villa Ahumada y Ciudad Juárez, Chihuahua. Lo mismo ocurre en caminos de San Luis Potosí, Zacatecas, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas,
donde la Guardia Nacional establece cuotas a cada migrante que sea sorprendido a bordo de las unidades, y de paso impone tarifas de entre 200 y 500 pesos a los choferes de los autobuses.
“Antes (los efectivos de la GN) eran los más calmaditos, ahora son los más perros. Ya vieron el negocio y ya lo agarran de a diario”, denuncian.
En octubre pasado se difundió en Tik Tok un video que muestra el momento en que agentes de la Guardia Nacional extorsionan a un ciudadano que carece de licencia vigente:
“¿Usted sabe cuánto sale una infracción? Te lo dejo a tu criterio, tú dime”, se oye decir a uno de los elementos, que al fin acepta 100 pesos como “mordida”.
Hace unos meses se dio a conocer que la Unidad de Asuntos Internos de la GN había recibido más de 8 mil denuncias en contra de sus elementos. Privaban los robos, los abusos, las extorsiones.
En marzo se paralizaron autopistas de Veracruz, Puebla y Tlaxcala: transportistas protestaban contra las extorsiones. En noviembre se denunciaron las “mordidas” que integrantes de la GN solicitaban en un retén de Ojinaga, Chihuahua. En septiembre de 2021 una mujer grabó a otro elemento en Calpulalpan, Tlaxcala: el agente había exigido mil pesos al chofer de un tráiler; le propinó un manotazo a la mujer para impedir que lo siguiera grabando:
“Ya se le dio el dinero, se le dieron 800 pesos. ¡Mírenlo, es un incorrupto (sic)!”, gritó la mujer.
En la misma fecha, cinco elementos de la Guardia Nacional habían sido detenidos en Cozumel bajo cargos de secuestro y extorsión: le exigían, a cambio de su libertad, un millón de pesos al propietario de una tortillería y una tienda de abarrotes. Poco después, en Cancún otros elementos fueron sorprendidos extorsionando a los encargados de un laboratorio, bajo el alegato de que “habían encontrado irregularidades”.
La Guardia Nacional ha considerado que se trata solo de casos aislados.