¿Qué pudo llevar a uno de los jefes criminales más buscados en México a exhibir su rostro sin ambages y dar una especie de “conferencia de prensa” en un video de 10 minutos y 12 segundos de duración?
No solo eso: ¿Qué lo llevó a declarar que, en tanto se le considera un objetivo prioritario del gobierno federal, él ha vivido tranquilamente en una casa que se encuentra a solo unos pasos del palacio municipal de Totolapan, Guerrero?
“Todo el mundo me conoce y todo el mundo sabe dónde vivo”, reveló.
El miércoles pasado, el alcalde de San Miguel Totolapan, Conrado Mendoza, y otras 19 personas, fueron acribilladas durante un brutal ataque armado. Ese día circularon en redes sociales imágenes impublicables de cuerpos espantosamente atravesados por las balas, los cuales quedaron tirados en un domicilio de esa localidad, y de la fachada del propio palacio municipal, horadada por decenas, tal vez centenares de impactos procedentes de armas de alto poder.
El video era un amasijo de sangre, llanto y lamentos descarnados de dolor y desesperación.
De manera inmediata se puso en circulación otro video, en el que una docena de encapuchados, supuestamente integrantes del grupo criminal conocido como Los Tequileros, se acreditaban el asesinato del director de Desarrollo Rural de ese municipio, Nazario Domínguez (ocurrida dos días antes de la masacre), y retaban al jefe de sicarios de la Familia Michoacana –El Comandante Colima– para que fuera a enfrentarlos: “Pensaron que no íbamos a regresar... Ya estoy aquí en San Miguel, ven a sacarme”.
No tardó en aparecer un tercer video, en el que José Alfredo Hurtado Olascoaga, El Fresa (quien dirige la Familia Michoacana al lado de su hermano Johhny, apodado El Pez), atribuyó la masacre a los Tequileros, y señaló como responsables directos al exdiputado priista Saúl Beltrán Orozco, “cabeza de toda esa organización”, y compadre del líder máximo de Los Tequileros, Raybel Jacobo Dealmonte (asesinado en 2018), así como a dos sujetos apodados El Vago y La Mula.
Según El Fresa, él se dirigía a una reunión con el alcalde Conrado Mendoza, para discutir y tomar medidas contra la irrupción del otro grupo criminal. Los Tequileros, sin embargo, les habían montado “una trampa bien hecha”: una supuesta emboscada. El Fresa dijo que logró escapar entre las balas al lado del Comandante Colima, y que su gente había logrado matar a prácticamente todos los agresores.
Descalzo, cómodamente sentado en una sala, vestido con pants y con una camiseta Gucci (“solo le faltó salir acariciando un gato de angora”, comentó una fuente policial), El Fresa relató que se había logrado salvar porque llegó a la reunión en una camioneta blindada “que dejaron desbaratada”, y que tras la agresión “no dejamos ni un cabrón ahí”: que salvo dos o tres que huyeron heridos, su grupo había matado a todos los agresores.
Nunca un gran capo del narcotráfico había salido a dar una “conferencia de prensa” de este tipo –a excepción de El Marro, jefe del Cártel de Santa Rosa, quien poco antes de ser capturado y al escapar de un operativo subió a redes un video en el que denunciaba, casi al borde del llanto, la detención de varios de sus familiares.
El video despertó de inmediato las sospechas del gobierno federal y de la Mesa para la Paz y el Desarrollo de Guerrero. En primer lugar, porque el ataque fue perpetrado en días de feria, cuando a Totolapan llega mucha gente de fuera y por lo tanto en los alrededores del pueblo La Familia Michoacana suele imponer estrictos retenes cuya misión es impedir la llegada de enemigos.
En segundo lugar, porque no hay rastros del combate en el que el Fresa dice haber aniquilado a sus enemigos.
Y en tercero, porque existen indicios de que el asesinato de Nazario Domínguez –a quien El Fresa quería imponer como futuro alcalde de Totolapan–, pudo ser ordenado precisamente por el alcalde en funciones, Conrado Mendoza.
En círculos oficiales existe la versión de que, al arribar a la reunión, a la que asistían policías municipales y un grupo de autodefensas, El Fresa y sus hombres los desarmaron y ejecutaron, y luego atacaron el palacio municipal y otros domicilios, para montar el escenario de un supuesto ataque de Los Tequileros.
Los Tequileros fueron oficialmente desarticulados en 2018, cuando su líder voló en pedazos a consecuencia del estallido de una granada, durante un enfrentamiento.
En 2015, el entonces alcalde electo Juan Mendoza Acosta, padre de Conrado Mendoza, y una de las víctimas de la masacre del miércoles, fue grabado bebiendo al lado de El Tequilero y ofreciéndole corresponder al apoyo que había recibido para ganar las elecciones.
Los Tequileros eran el azote de la zona, a la que asolaron con secuestros, homicidios y extorsiones, y en la que impusieron el terror por medio del desmembramiento de cuerpos. Hubo secuestros en los que de un solo golpe llegaron a privar de la libertad hasta a 30 personas.
En 2016, a través de una manta, la gente de la región le pidió ayuda al jefe de la Familia Michoacana: “Señor Pez, tus paisanos necesitamos de su apoyo ya que las fuerzas militares, estatales y federales no han hecho nada por nuestras personas desaparecidas, ahora más que nunca necesitamos de usted…”.
Con autodefensas de la localidad, los hermanos Hurtado iniciaron “la lucha” contra Los Tequileros y terminaron expulsándolos.
Hoy sabemos que uno de ellos tenía en Totolapan su residencia y que su círculo de protección, a través de bloqueos realizados por transportistas, podía retardar hasta por cinco horas la llegada de autoridades federales.
Se cree que El Fresa se extralimitó en su venganza contra los Mendoza y se metió en un problema con los pueblos de la región, de tal envergadura, que tuvo que salir a dar la cara, inventando una versión en la que no creen las autoridades.
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