El futbol mexicano no debe estar tranquilo, se han infiltrado delincuentes en grupos de animación. Sí, personajes que —por un resultado negativo— amenazan y tratan de intimidar a responsables del funcionamiento de un equipo, algo terrible e indignante.
Lo que han vivido los Rayados en Abu Dhabi, afuera del hotel Fairmont, es para analizar profundamente y entender cómo se ha perdido la esencia de un deporte y ahora hasta es víctima de la delincuencia. Seguramente, Mikel Arriola lo dejará pasar, fiel al estilo político de “si no intervengo, es porque no existe”, cuando las imágenes son contundentes, claras y bochornosas. El presidente de la Liga MX debería comenzar —junto con el club— una investigación para saber quiénes son estas personas, que se la han pasado amenazando. Seguramente, la FIFA tiene un registro de los “aficionados” que fueron al partido contra el Al-Ahly, así que tampoco se necesita de la CIA o el FBI para tener más información.
Y si no es por el lado de la FIFA, los que seguramente sí deben tener más claro el panorama de quiénes son estos individuos (que parecen más encaminados a una campaña), son los directivos del Monterrey. Ellos saben perfectamente de los grupos de choque que existen en la ciudad, que se han infiltrado en muchos sitios y demuestran descontentos con este estilo de amenazas, porque no es la primera vez que sucede. Si no hacen algo, seguramente no será la última.
José González Ornelas, José Antonio Fernández y Duilio Davino deben estar conscientes de quiénes son los amenazadores “porristas” regios que tanto daño han hecho colocando huevos con la foto de Javier Aguirre o hieleras del Oxxo con las caras ensangrentadas de directivos.
Un acto lleno de violencia que no debe quedar así; debe investigarse a fondo y actuar. Este tipo de acontecimientos no se pueden callar o verlos como un hecho asilado, porque estarían normalizando la violencia; nada más terrible para el futbol. Sobre todo cuando tienen antecedentes de mantas y mensajes amenazadores para miembros del club, como en algún momento sucedió con Luis Miguel Salvador o el exportero Hugo González. En ambas, también, como si se tratara de una campaña de algún grupo financiado.
Javier Aguirre puede de ser un descarado (tras las declaraciones de ayer por la madrugada, en las que se burla de la eliminación en el Mundial de Clubes), puede ser un hombre que deja que se le resbalen todas las críticas para no renunciar, porque no quiere dejar su jugoso contrato en un equipo donde da la impresión que le tienen pavor a cuestionarlo, desde la cabeza; sin embargo, ese es otro tema que no tiene nada que ver con los hechos de las amenazas, de violencia y hasta delictivos. Hoy, deben cambiar las prioridades de los directivos del Monterrey, porque aunque es cierto que en lo deportivo deben plantearse si el Vasco es el técnico ideal para alcanzar sus objetivos, por ahora lo primordial, por lo que deben estar más preocupados y ocupados, es detener estos actos, ya que en los conceptos de Aguirre, dinero es lo que les sobra, tranquilidad no.
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