Luis Chapo Montes hizo bien, su honestidad y juego limpio fueron evidentes al decirle al árbitro que el jugador que había expulsado, Washington Corozo, no le agredió, como solamente vio Guillermo Pacheco, que con el Pumas vs León apenas cumplió su octavo partido de Primera División. No hay nada mas insensato que presumir lo que sucedió en Ciudad Universitaria como el gran acto de honestidad del futbol mexicano, que —si bien— sí lo es, también es la muestra más palpable de la carencia de talento de los silbantes.
Pacheco no puede ser influido por los futbolistas. Él tiene que tomar sus propias decisiones y no dejarse llevar por lo que le dijo Montes. Insisto, extraordinario, pero la pobreza del juez es preocupante. Lo más simple es que, desde el VAR, hubieran llamado a Guillermo Pacheco y le comentaran que en la jugada que había juzgado como expulsión, simplemente se equivocó y que la revisara en el monitor. Se supone que para eso existe la herramienta tecnológica. Pues no, se dejó llevar por lo que le dijo un futbolista, así que Chapito Montes se convirtió en árbitro por un día.