Imagina que estás ahorrando para un futuro en el que ya no tendrás que trabajar, y esos ahorros te permitirán vivir cómodamente; ese es el objetivo de un sistema de pensiones y entender cómo funciona es clave para asegurar un futuro financiero estable, esta comprensión no solo es una herramienta para la planificación personal, sino también un paso hacia la protección de nuestros derechos y bienestar a largo plazo. El sistema de pensiones en México es la base sobre la cual descansará nuestra estabilidad económica en la jubilación.

Antes de 1997, el gobierno mexicano se encargaba de asegurar una pensión fija cuando cada trabajador terminaba su vida laboral, esta pensión se calculaba en función del salario y los años de servicio. Sin embargo, con el tiempo, este sistema se volvió insostenible porque las personas comenzaron a vivir más tiempo y nacían menos niños que pudieran contribuir al sistema en el futuro. Por esta razón, en 1997 se adoptó un nuevo modelo: el sistema de cuentas individuales, mediante el cual, cada trabajador tiene una cuenta personal en la que se deposita el dinero que va ahorrando para su retiro; este dinero proviene de tres fuentes principales: las contribuciones salariales, las contribuciones del empleador y en algunos casos, una aportación adicional del gobierno.

En el sistema actual, cada trabajador tiene una cuenta individual en la que se depositan sus contribuciones, las de su empleador, y en algunos casos, las del gobierno; es como una gran alcancía que llenas durante tu vida laboral para tener un sustento cuando te jubiles. Estas cuentas son gestionadas por las Afores (Administradoras de Ahorro para el Retiro), que invierten los fondos en instituciones especializadas llamadas SIEFORES. El monto de la pensión que un trabajador recibe al jubilarse depende de lo acumulado en su cuenta y de los rendimientos generados por esas inversiones; en este esquema, el trabajador asume el riesgo de inversión y debe tomar decisiones informadas para planificar su retiro.

A pesar de ser un sistema más sostenible a largo plazo, el modelo actual enfrenta desafíos importantes, ya que muchos trabajadores desconocen cómo funciona y cómo se calculan sus beneficios; además, las pensiones resultantes suelen ser bajas, insuficientes para cubrir las necesidades básicas de los jubilados. Otro gran problema es la baja cobertura, ya que una gran parte de la población trabajadora se encuentra en el sector informal y no tiene acceso a una pensión al llegar el momento del retiro.

Para abordar estos retos, se han generado propuestas sobre los cambios que deben hacerse al sistema de pensiones mexicano, algunas incluyen aumentar las contribuciones de trabajadores y empleadores, mejorar la educación financiera, incentivar a los trabajadores informales a integrarse al sistema y regular más estrictamente las inversiones y comisiones de las SIEFORES. Incrementar las contribuciones podría ser complicado, pero hacerlo de manera gradual podría mitigar el impacto; además, ampliar la cobertura requiere políticas públicas que promuevan la formalización del empleo.

El sistema de pensiones es una pieza clave para asegurar que podamos vivir con dignidad en nuestra vejez, lo que impactará en el desarrollo económico de México. Por eso, es fundamental su reestructuración y que todos los trabajadores conozcan su funcionamiento, para que puedan tomar decisiones que les permitan tener una jubilación digna y segura. Es un trabajo conjunto de gobierno y trabajadores; con compromiso y voluntad, es posible construir un sistema más justo y sólido, que garantice el bienestar de todos los mexicanos.

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