El amor de pareja ha sido concebido como una promesa intrínseca sin fecha de caducidad más que la muerte. En sus diversas etapas, cortejo, noviazgo y matrimonio, encontramos una convergencia de las diversas reglas y normas como: el respeto, la confianza, la honestidad y la fidelidad. Esta última es, sin lugar a duda, la regla que más controversia genera en la sociedad; la infidelidad es el fenómeno más juzgado y rechazado, pero al mismo tiempo el más practicado. A lo largo de la historia de la humanidad la infidelidad entre parejas se ha hecho presente, no es un fenómeno nuevo, pero en la actualidad se ha vuelto un fenómeno público de largo alcance que no distingue ni género, ni clase social: los infieles están presentes en todos los niveles, en todas las sociedades.
Una de las fechas más importantes para la infidelidad es irónicamente, el 14 de febrero, una fecha utilizada para celebrar ese constructo social llamado amor. Y no es si no los días subsecuentes que las oportunidades de exhibir a los infieles se hacen presentes; hombres y mujeres en hoteles y moteles con sus amantes principalmente. De hecho, la derrama económica generada por una ocupación del 70% al 100% fue de aproximadamente 22 mil mdp, una cantidad nada despreciable en contraste del modesto 35% de asistencia a restaurantes, cafeterías y reposterías.
Anteriormente las infidelidades quedaban sometidas a un circulo comunitario, hoy, podemos ver las diferentes reacciones de las personas involucradas a través de las redes sociales, creando un nuevo campo social, completamente desconocido para Pierre Bourdieu. Las redes sociales como campo social han servido para desahogarse, exhibir y monetizar el fenómeno. La viralidad de los videos generan un sin número de comentarios empáticos, vuelven famosos a los infieles y las victimas pueden generar ingresos del fenómeno al publicar los videos, generar una cantidad de tráfico y así obtener una doble ganancia: la venganza de la exposición el infiel y la ganancia monetaria. Sólo en el 2019 un video titulado “Novia infiel”, reviralizado en 2022 logró un registro de casi seis millones de visitas nuevas y miles de comentarios.
No es necesario que la infidelidad sea personal, de hecho, es posible exponer la infidelidad de otros y generar ganancias. Anteriormente eran los programas de televisión los que generaban la ganancia, hoy tenemos canales de YouTube y TikTok que exponen infieles y muestran videos de relaciones amorosas con un final trágico, los videos han logrado visualizaciones de hasta 5.6 millones de reproducciones, mientras que, el que menos alcance tiene cuenta con 807 mil vistas. El negocio de la infidelidad, el desamor y el desengaño ha cruzado fronteras y se ha globalizado, ya no son sólo programas de TV, canciones de despecho, ahora podemos ver infieles de otros países, género y clases social, simpatizar con ellos, emitir comentarios y compartir el contenido para revivir la historia tantas veces sea necesario. En este contexto, valdría la pena preguntarnos si la fidelidad es más un ideal que una realidad.
El amor de pareja ha sido concebido como una promesa intrínseca sin fecha de caducidad más que la muerte. En sus diversas etapas, cortejo, noviazgo y matrimonio, encontramos una convergencia de las diversas reglas y normas como: el respeto, la confianza, la honestidad y la fidelidad. Esta última es, sin lugar a duda, la regla que más controversia genera en la sociedad; la infidelidad es el fenómeno más juzgado y rechazado, pero al mismo tiempo el más practicado. A lo largo de la historia de la humanidad la infidelidad entre parejas se ha hecho presente, no es un fenómeno nuevo, pero en la actualidad se ha vuelto un fenómeno público de largo alcance que no distingue ni género, ni clase social: los infieles están presentes en todos los niveles, en todas las sociedades.
Una de las fechas más importantes para la infidelidad es irónicamente, el 14 de febrero, una fecha utilizada para celebrar ese constructo social llamado amor. Y no es si no los días subsecuentes que las oportunidades de exhibir a los infieles se hacen presentes; hombres y mujeres en hoteles y moteles con sus amantes principalmente. De hecho, la derrama económica generada por una ocupación del 70% al 100% fue de aproximadamente 22 mil mdp, una cantidad nada despreciable en contraste del modesto 35% de asistencia a restaurantes, cafeterías y reposterías.
Anteriormente las infidelidades quedaban sometidas a un circulo comunitario, hoy, podemos ver las diferentes reacciones de las personas involucradas a través de las redes sociales, creando un nuevo campo social, completamente desconocido para Pierre Bourdieu. Las redes sociales como campo social han servido para desahogarse, exhibir y monetizar el fenómeno. La viralidad de los videos generan un sin número de comentarios empáticos, vuelven famosos a los infieles y las victimas pueden generar ingresos del fenómeno al publicar los videos, generar una cantidad de tráfico y así obtener una doble ganancia: la venganza de la exposición el infiel y la ganancia monetaria. Sólo en el 2019 un video titulado “Novia infiel”, reviralizado en 2022 logró un registro de casi seis millones de visitas nuevas y miles de comentarios.
No es necesario que la infidelidad sea personal, de hecho, es posible exponer la infidelidad de otros y generar ganancias. Anteriormente eran los programas de televisión los que generaban la ganancia, hoy tenemos canales de YouTube y TikTok que exponen infieles y muestran videos de relaciones amorosas con un final trágico, los videos han logrado visualizaciones de hasta 5.6 millones de reproducciones, mientras que, el que menos alcance tiene cuenta con 807 mil vistas. El negocio de la infidelidad, el desamor y el desengaño ha cruzado fronteras y se ha globalizado, ya no son sólo programas de TV, canciones de despecho, ahora podemos ver infieles de otros países, género y clases social, simpatizar con ellos, emitir comentarios y compartir el contenido para revivir la historia tantas veces sea necesario. En este contexto, valdría la pena preguntarnos si la fidelidad es más un ideal que una realidad.