La responsabilidad social contempla una acción precedida de una visión; una misión de vida que puede ser adoptada por personas e instituciones, teniendo como eje la toma de decisiones en beneficio de los demás, frente a los retos que vivimos constantemente como sociedad.

Uno de esos retos apunta al fenómeno de la movilización de personas que cruzan fronteras internacionales de forma irregular; caravanas de migrantes que realizan jornadas de viaje intensas, desafiando condiciones adversas para lograr un objetivo: llegar a su destino final o incluso, permanecer con vida a lo largo del trayecto.

Recientemente, Estados Unidos encendió las alarmas en el mundo: de acuerdo con el Departamento de Seguridad Nacional de ese país, hay alrededor de 11 millones de personas indocumentadas (reporte que incluye hasta el año 2022). El propio presidente Donald Trump ha llegado a comentar que cerrarán la frontera porque tienen ya, una invasión (Barría, 2024). En las narrativas, los titulares recogen ésta y otras palabras como criminales, con las que se relaciona a estos migrantes irregulares: la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, por ejemplo, mencionó que una persona que rompe con las leyes migratorias de su país es un criminal (swissinfo.ch, 2025).

Entre algunos efectos, tras la declaratoria de Trump de una emergencia nacional, México habría recibido a más de 6,000 migrantes deportados en estas primeras semanas del año (DW, 2025).

En todo este entramado, resulta fundamental el sentido que tiene la responsabilidad social en nuestro día a día, frente a un reto de tal magnitud. En su momento, el Dr. David Noel Ramírez Padilla (QEPD), exrector del Tecnológico de Monterrey, supo enmarcarlo en el concepto de hipoteca social que, en sus propias palabras, involucraba acciones como pensar en el bien común a la hora de tomar decisiones y no en el bien personal; la capacidad de poner los dones y características que te distinguen como persona, al servicio de los demás (Ramírez-Padilla, 2013).

En los últimos años, numerosas organizaciones sin fines de lucro como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la Global Migration Media Academy (GMMA) e instituciones académicas han realizado esfuerzos conjuntos para abordar este tema a conciencia.

En este panorama, desde el Tecnológico de Monterrey campus Puebla se han iniciado acciones mediante el Hub de Migración e Impacto Social, un espacio que invita a la reflexión, a la investigación académica de la migración e incorporación de proyectos de impacto en términos de análisis, pensamiento crítico y en beneficio de las demás personas, particularmente del subgrupo conocido como personas migrantes.

El desafío es monumental, la migración conlleva una serie de acciones que no han de tomarse a la ligera, estrategias integrales que aborden causas estructurales como la desigualdad, la violencia, la corrupción y el cambio climático, por comentar algunas.

2025 plantea situaciones complejas detrás de las estadísticas. Como ciudadanas y ciudadanos, tenemos una responsabilidad social, un compromiso para intentar mejorar las cosas, desde nuestro ámbito de acción.

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