En los últimos años, las gráficas de productividad en México nos han dado mucho en qué pensar. Mientras países como China e India avanzan a pasos agigantados, y varias economías de América Latina comienzan a ajustarse a nuevas dinámicas globales, México se encuentra en una encrucijada. La productividad en nuestro país se ha estancado, especialmente si la comparamos con el dinamismo de estas otras regiones. La pregunta es clara: ¿qué necesitamos hacer para competir en este entorno global?

La respuesta, aunque multifactorial, se encuentra en el concepto de “polinización” del valor. En términos empresariales, los profesionistas y las empresas de alto valor son los encargados de llevar el conocimiento, la innovación y las buenas prácticas de un lugar a otro, como abejas que esparcen el polen y aseguran la fertilidad de los ecosistemas empresariales. Este rol es más crucial que nunca si queremos dar un giro a las estadísticas y desbloquear el potencial económico de nuestro país.

Pero, ¿qué significa ser un polinizador de valor? En primer lugar, implica reconocer que el conocimiento no es estático. Las empresas y los profesionistas no pueden conformarse con dominar una habilidad o una industria. Deben constantemente buscar nuevas formas de hacer las cosas, ya sea a través de tecnologías emergentes, nuevas metodologías creativas o estrategias de gestión del cambio. Empresas como las grandes tecnológicas en China y los conglomerados industriales en India no alcanzaron su nivel actual simplemente haciendo lo mismo de siempre, sino porque entendieron que el aprendizaje continuo y la diseminación de ese conocimiento dentro de sus mercados era esencial para su crecimiento.

En México, sin embargo, nos hemos quedado atrás. Las gráficas de productividad lo demuestran: mientras que en países como China el crecimiento ha sido acelerado por la adopción de tecnologías y la industrialización de nuevos sectores, en México el crecimiento ha sido más modesto. A esto se le suman los problemas estructurales que enfrentamos: una educación que no siempre está alineada con las necesidades del mercado, falta de inversión en innovación y una cultura empresarial que a menudo prioriza la estabilidad sobre el riesgo y la creatividad.

Aquí es donde entran en juego los profesionistas y las empresas de alto valor. Estos actores son fundamentales para romper el ciclo del estancamiento. Un profesionista que se mantiene en constante actualización, que busca compartir su conocimiento y que está abierto a colaborar en proyectos de alto impacto, se convierte en un agente de cambio dentro de su empresa y, por ende, dentro del mercado en el que opera. De la misma manera, una empresa que fomenta la innovación interna y externa, que invierte en la capacitación continua de sus empleados y que busca alianzas estratégicas, es una empresa que no solo está construyendo su propio futuro, sino también el del país.

Tomemos como ejemplo a los llamados “unicornios” de América Latina, “startups” que han alcanzado valuaciones millonarias y que están transformando sus respectivas industrias. Empresas como Rappi y Kavak no solo han generado nuevos empleos y riquezas, sino que han compartido prácticas de innovación que antes no eran comunes en la región. Son, en esencia, polinizadores de alto valor, que toman lo mejor del ecosistema global y lo adaptan al contexto local.

Si las empresas mexicanas quieren sumarse a esta tendencia global, deben entender que su éxito no se mide solo en función de sus resultados financieros, sino en cómo son capaces de generar un impacto más amplio en la sociedad. Polinizar significa compartir, difundir y colaborar. En este sentido, las empresas de alto valor tienen la responsabilidad de ser los motores de cambio, no solo dentro de sus propios sectores, sino en toda la economía mexicana.

Los profesionistas, por su parte, deben asumir un rol activo en este proceso. Ya no basta con ser expertos en su campo. Hoy, el verdadero valor de un profesionista se mide en su capacidad para influir en otros, para liderar con conocimiento y para generar conexiones que vayan más allá de su propio beneficio.

En conclusión, si México quiere elevar su productividad y competir a nivel global, necesitamos más polinizadores de valor. Necesitamos profesionistas y empresas que comprendan que su éxito está directamente relacionado con el éxito de los demás, y que solo a través de una colaboración constante y de una búsqueda incesante por innovar, lograremos desbloquear el potencial de nuestra economía. Las gráficas de productividad no cambiarán solas. Dependen de nosotros.

Google News

TEMAS RELACIONADOS