El cambio ha sido una constante en la evolución de la humanidad, sin embargo, algo que ha cambiado en el cambio es su ritmo. Hoy en día, tenemos más acceso a información en un solo día que lo que una persona hace 100 años obtenía en toda su vida.
Lo anterior ejemplifica cómo el ritmo del cambio se ha vuelto cada vez más frenético. Ya en 1942, Joseph Schumpeter propuso la teoría de la “destrucción creativa”, punto de partida para hablar de “innovación”. Estableció que los ciclos empresariales funcionan en olas, a las que llamó “olas de innovación”, donde ciertas tecnologías dominantes serían las causas del desarrollo. Desde entonces, notó que los ciclos de esas olas duran cada vez menos.
En los últimos 20 años, venimos de un entramado complejo de ajustes, cambios e innovaciones centrados en tecnología de la información, redes, nuevos materiales, biotecnología y nanotecnología. Sin embargo, no debemos perder de vista ciertas tendencias que no necesariamente tienen que ver con la tecnología y que son sumamente relevantes. Por ejemplo, ¿qué implicaciones tiene para el mundo que cada vez más jóvenes no quieran tener hijos y prefieran tener mascotas? ¿O que cada vez haya más familias monoparientales? ¿O que sea más recurrente usar redes sociales como medio de información “confiable” o hasta como medio de capacitación y educación? ¿Qué significa que cada vez más personas vivan en grandes ciudades, o que el nivel de consumo de las clases medias en los países emergentes esté aumentando? ¿O que el sentido de inmediatez domine la toma de decisiones de los jóvenes? Todo esto plantea grandes retos y, por supuesto, grandes oportunidades.
Conectando los cambios que ya se están gestando, tanto a nivel tecnológico (y eso sin mencionar la inteligencia artificial) como social, el entramado del mundo que nos espera en los próximos 10 o 20 años será totalmente diferente y diverso. Como siempre les digo a mis estudiantes de la Escuela de Negocios en el Tecnológico de Monterrey Campus Puebla: te des cuenta o no, te guste o no.
La cuestión en este momento, y en todos los momentos dado el ritmo del cambio, radica en tener la capacidad de entender la realidad y tratar de conectar con aquello que está por venir, esbozando posibilidades e identificando los retos que se avecinan, que pueden transformarse en grandes oportunidades. Es indispensable encontrar una forma de encaminar lo que viene hacia una posibilidad de construcción de un futuro más esperanzador, más generoso, más de desarrollo y bienestar, más de cuidado de los demás, y de construir en co-creación y colaboración.
Y tú, ¿ya te diste cuenta de lo que viene y cuál será tu rol?