El título me hace recordar la famosa canción de los 80s Video killed the radio star, de The Buggles, a los incesantes temores que desde Gutenberg han circulado entre la sociedad o a los académicos cuando emerge una nueva tecnología o manifestación artística reconfigurada. Hoy, como durante la invención de la prensa, los temores tecnológicos hacen que se exacerben los discursos apocalípticos, pero, como en todas las ocasiones anteriores, la mediación humana es la que ha determinado el alcance de esos avances e innovaciones.
La irrupción de la inteligencia artificial (IA) ha generado inquietud sobre el futuro de muchas profesiones, incluida la comunicación. Al igual que la invención de la imprenta o la llegada de la radio, la IA plantea nuevos desafíos y oportunidades. Sin embargo, lejos de ser una amenaza, la IA se presenta como una herramienta poderosa que complementa y potencia las habilidades humanas.
Algunos de mis colegas tuvieron clases de mecanografía, yo tomaba 4 horas semanales obligatorias de Power Point, mis estudiantes ahora toman clases de programación de código y aprenden a generar análisis y estrategias de comunicación usando big data. Por supuesto que el avance vertiginoso de las tecnologías y, sobre todo, de la IA generativa representa un impacto significativo en el panorama de la comunicación y los medios, pero esto trae tanto retos como oportunidades para los estudiantes y profesionales en el campo. Entender cómo estos cambios afectan el rol de los comunicólogos es fundamental en el ambiente cambiante que vivimos hoy.
Actualmente los profesionales de la comunicación tienen la responsabilidad de evaluar por cuáles medios o con cuáles tecnologías se incrementan las oportunidades de llegar y enganchar a sus audiencias de manera más efectiva. Y mientras se adaptan a las nuevas herramientas, la necesidad de desarrollar habilidades esenciales como interpretación de datos, consideraciones éticas, manejo de crisis, es esencial. Mientras la IA ofrece indiscutibles ventajas para la creación de contenido, también genera preguntas importantes sobre el manejo ético de la misma así como el establecimiento de conexiones humanas para ofrecer contenidos que se adapten a la complejidad de los contextos en los que se utiliza. Por ejemplo, y solo para nombrar uno, los algoritmos de IA pueden perpetuar y amplificar los sesgos presentes en los datos de entrenamiento. Por ejemplo, un algoritmo de selección de personal entrenado con datos históricos sesgados podría discriminar a ciertos grupos de candidatos.
Es así que las habilidades humanas tales como la inteligencia emocional, el tacto, el pensamiento crítico, la empatía, la capacidad de leer los matices en los contextos, son irremplazables en la creación de estrategias de comunicación. De ahí que contar con formación universitaria en comunicación otorga ese enfoque centrado en la experiencia humana, crucial para interpretar los contenidos generados por IA y mantener los valores e intereses humanos en los mensajes.
También el rol tradicional de los comunicólogos como creadores de contenidos y estrategas se está expandiendo. Hoy, no solamente necesitan destacarse en la construcción de narrativas, sino que también se espera que aprovechen el poder de la IA para incrementar su habilidad para la planeación estratégica. Esta evolución requiere un camino profesional donde se generen intersecciones entre las aptitudes técnicas y la precisión para reconocer los intersticios significativos en la comunicación humana.
En estas intersecciones, encontramos, por ejemplo, estrategas de la comunicación, expertos en manejo de crisis, y especialistas en comunicación corporativa que traducen datos complejos recopilados por herramientas de IA en narrativas que conectan con la diversidad de sus públicos. A la par que las tecnologías digitales automatizan tareas más rutinarias, los profesionales de la comunicación pueden enfocarse en generar mejores y detalladas lecturas de sus públicos y los contextos, y así desempeñarse en roles más estratégicos, creativos, y con mayor responsabilidad de liderazgo.
Una formación universitaria en comunicación cierra las brechas entre las capacidades de la IA y la necesidad de generar discursos conscientes de la diversidad social y cultural, elementos indispensables para hacer que las interacciones sociales y corporativas florezcan. Para resumir, mientras la IA continúa reconfigurando el panorama de muchas profesiones, la razón de ser de la comunicación -centrada en la inteligencia emocional y las habilidades humanas- asegura un lugar crucial a los profesionales de la comunicación en el actual y futuro panorama laboral.
En conclusión, la IA no es el fin del estudio profesional de la comunicación, al contrario, es la innovación tecnológica más eficaz para que las estrategias y contenidos que generen sean potenciados. Al fin y al cabo, como lo decía la canción, el video no acabó con las estrellas de la radio, si no que puso en sus manos muchas más herramientas para llegar a un público más amplio y diverso. Justamente ahora que permanecemos conectados a dispositivos que continuamente nos lanzan contenidos y nos invitan a interacciones de diversa índole, qué mejor que saber que dichos contenidos y estrategias comunicacionales han sido generados por personas que han estudiado de manera concienzuda tanto las herramientas para hacer llegar el mensaje, como la amplitud de las diversas interacciones humanas y los contextos en los que se generan.
La demanda por profesionales capaces de comprender los datos, construir narrativas significativas y establecer conexiones humanas sólidas seguirá creciendo. Los egresados en comunicación, equipados con habilidades técnicas y una profunda comprensión de las interacciones humanas, estarán en una posición privilegiada para liderar las innovaciones digitales de los medios, la sociedad y las organizaciones, y construir un futuro más conectado y empático.