“Podemos sembrar la esperanza de la justicia, si todos salimos a buscar a mi papá”: Guadalupe Pérez Rodríguez

En palabras de familiares y personas cercanas, la vida de Tomás Pérez Francisco, nacido el 5 de julio de 1950 en Pantepec, Puebla, se caracteriza por ser el mayor de 7 hermanos, campesino desde chico, particularmente, de maíz y frijol, con el gusto por el canto en su tiempo libre. De acuerdo con Antonia, su suegra, Tomás es “bonito en su pensamiento”.

Guadalupe Pérez, su hijo, lo describe como detallista, “risueño, bromista y preocupado por las personas que conocía”. También le gusta nadar en el Río y en el Arroyo, jugar basquetbol y montar a caballo.

El detalle con el que cuidaba a sus seres queridos se extendía al territorio que habitaba. Desde joven, se preocupó por apoyar al movimiento campesino totonaco en defensa de la tierra en Pantepec, específicamente, la lucha por el Ejido Ignacio Zaragoza.

Pero, la lucha comunitaria en Pantepec, por la recuperación y protección de la tierra se ha caracterizado por resistir frente a diferentes manifestaciones de represión, desde el hostigamiento constante, la destrucción de la milpa, el incendio de hogares, hasta detenciones arbitrarias y asesinatos, como los acontecidos en la masacre de Rancho Nuevo en 1982.

Es así como, en el contexto de resistencias por las tierras de La Sabana, Pantepec, en 1990 Tomás Pérez Francisco es nombrado representante de la comunidad ante el gobierno. Meses después, el 1 de mayo, Tomás es visto por última vez entre las comunidades Ignacio Zaragoza y Ameluca. Guadalupe Pérez suele describir las dimensiones de lo que significa esta fecha con el número de días transcurridos: 12,701 días desde la desaparición de Tomás.

Desde entonces, la búsqueda se ha llevado a cabo principalmente por la familia y comunidad de Tomás, así como por personas y colectivos solidarios de diferentes contextos, luchas y lugares, quienes no han parado de exigir justicia ni un solo día desde su desaparición. A pesar de los impactos provocados por la violencia sociopolítica en la región y, particularmente, por la desaparición de Tomás, la esperanza de volverle a ver, de esclarecer los hechos y de recomponer el tejido comunitario se construye día con día en colectivo: desde la participación en actos conjuntos de denuncia, exigencia y memoria para la búsqueda de personas integrantes de comunidades originarias en México. También, participan continuamente en mesas de diálogo con autoridades para proponer planes de investigación y búsqueda conforme a las circunstancias de la desaparición.

Sin embargo, la vía institucional de esta búsqueda de más de 34 años empezó con la denuncia presentada por María del Pilar Francisco Luis, mamá de Tomás, el 7 de mayo de 1990, ante la Procuraduría General de Justicia del Estado de Puebla, pero, desde entonces, la investigación ha estado llena de omisiones e incluso actos de revictimización. Por ejemplo, en el año 2000 se declaró el no ejercicio de la acción penal en la averiguación previa por “atipicidad”: Entre las fallas estructurales de la investigación y búsqueda resalta la falta de un enfoque que contemple las particularidades relacionadas con la defensa del territorio ejercida por Tomás, así como su pertenencia al Pueblo Totonakú y el contexto de violencia sociolpolítica en la región. Sumado a esto, dada la temporalidad de la desaparición, las autoridades han omitido tomar en cuenta un enfoque de larga data para la implementación de acciones de investigación y búsqueda acordes a esta característica.

Si bien en los últimos años se ha vislumbrado un camino de diálogo con autoridades para proponer que la búsqueda de Tomás se realice de manera adecuada, la exigencia sigue vigente. Esta exigencia de verdad, justicia y memoria tras la desaparición de Tomás conlleva la solicitud expresa de tomar en cuenta una mirada compleja que reconozca tanto el contexto en el que se lleva a cabo la desaparición, como las afectaciones al territorio por diferentes causas, sociales, políticas y económicas.

Irma Pineda, poeta hablante de la lengua diidxazá e hija de Victor Yodó, profesor campesino y luchador social de origen zapoteca menciona respecto a la desaparición de Tomás: “Cuando una persona indígena es arrebatada de su comunidad, están rompiendo el tejido comunitario. Desaparecer a una persona de pueblos indígenas también implica desaparecer a las culturas y a los pueblos”.

Por ello, sirva este 21 de febrero, en el que se conmemora el Día Internacional de la Lengua Materna, para exigir la búsqueda de Tomás Pérez Francisco, integrante del Pueblo Totonakú en la Sierra Nororiental de Puebla y asumir como sociedad el compromiso de acompañar a las víctimas más allá de los vínculos filiales.

“Podemos sembrar la esperanza de la justicia, si todos salimos a buscar a mi papá”: Guadalupe Pérez Rodríguez

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