Existen numerosas voces en todos los ámbitos que han dejado ver la contradicción entre el desarrollo y la sustentabilidad. El desarrollo implicó en sus inicios políticas de crecimiento, reactivar la economía en posguerra, la industrialización, la urbanización, la intervención de los países centrales en el resto del mundo: revivir al capitalismo en crisis sin pensar en las consecuencias

Desde los años noventa hemos escuchado sin tregua el discurso del desarrollo sostenible en la educación, la empresa, la política pública. Los países se rigen por planes de desarrollo. Las Naciones Unidas basan la política en Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Dado que las condiciones de intercambio en los países del mundo han sido desiguales históricamente, América Latina vivió sus décadas desarrollistas con el modelo cepalino- keynesiano que finalizó casi de golpe a principios de los años ochenta.

Desde 1972 , la comunidad científica se pronunció en la Cumbre de Naciones Unidas para el Medio Humano, con el Informe Bruntland y Los límites del Crecimiento, denunciando las implicaciones ambientales del desarrollo. También ese año nació la Educación Ambiental. Nuestra legislación ambiental, la LEGEEPA, en 1988.

Años más tarde, en 1992, con el orden mundial neoliberal, más problemas de contaminación y sin cambios de fondo, la comunidad científica se pronuncia de nuevo en la Cumbre de Río.

En nuestro país, vamos tarde. Los derechos de los pueblos originarios se dibujan en 2003 a casi una década del levantamiento del EZLN. La Estrategia Nacional de Educación Ambiental, es del año 2006 y no se ha actualizado; la Salud y la Alimentación, ambos Derechos Humanos, se elevaron a rango constitucional en 2011 y la Ley de Alimentación Adecuada y Sostenible salió después un gran esfuerzo de 30 organismos resistiendo el conflicto de intereses entre la salud, la política y las trasnacionales.

Si quitamos el desarrollo y dejamos la sustentabilidad, ¿cómo se relaciona la sustentabilidad con una mirada integral en la Ecología? Algunos autores como Belling señalan que existen polifonías del desarrollo y la sustentabilidad, que se proyectan en una especie de plano cartesiano, y cada grupo económico, social o político se mueve en diferentes campos discursivos, según su papel, hacia la equidad o la naturaleza, o hacia ambos.

La mirada integral abarca la ecología y la economía política, el modelo de sustentabilidad actual, más que un trébol, parece un “Mickey Mouse”, la cabeza es la economía y las dos orejas, la sociedad y el medio ambiente. Otro modelo, de la economista inglesa K. Raworth, el modelo de la dona sin centro, por fuera los límites del crecimiento y los derechos humanos alrededor. Medio ambiente, naturaleza y sociedad no bastan. El eje político es fundamental, la sociedad organizada empuja los cambios.

Volviendo al plano cartesiano, imaginemos en el punto 0, el eje del staus quo, o que no cambie nada, ahí están FMI, ONU, BM, está la sustentabilidad débil de Gudynas. Ahí la economía verde, la tecnología “solución ante el desastre ambiental que ella misma causa”, la obsolescencia programada, “quien contamina paga”, bonos verdes, economía de mercado… bla , bla, bla…

El segundo eje, hacia arriba y al centro, va a la equidad y la naturaleza. Reformistas, comunidad científica que se pronuncia, empresas B progresistas reales, sin lavado de cara.

El tercero eje es de Transformación: movimientos de base hacia equidad y la naturaleza: convivialidad, ecología profunda, colapso, Laudato Si, que declara al desarrollo non sancto. manifiesto ecosocial, autoconsumo, descrecimiento, ecofeminismo, economías comunitarias, ontologías relacionales, ética del cuidado, defensores del territorio, autonomías.

Aquí cabe la llamada sustentabilidad fuerte y super fuerte, o alternativas al desarrollo: se pronuncian en la acción con movimiento con gran identidad territorial y hacia una transformación visible, agricultura regenerativa, alimentación local, escuela sin muros, reparación, autoconsumos y economías comunitarias vida buena y más…

Armando. Bartra dice que las comunidades en pandemia nos dieron una lección de autonomía. Cerraron el paso a multinacionales de chatarra, elaboraron sus propios manuales de salud. La Ecología integral invita a la otra política y a la otra economía, la de la comunidad y la esperanza versus la barbarie y el amurallamiento como escenarios ante el desastre ambiental, que llegó a quedarse…

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