Caminar de frente con pasos sólidos, con los ojos hacia el futuro, tendiendo los objetivos claros y definidos para cualquier institución, ayuda en demasía cuando se está en la búsqueda del afianzamiento de un proyecto, más aún, si se trata de una Universidad que se desarrolla al cobijo de la ideología Ignaciana. Resulta importante tener el origen como bandera de esta visión del futuro, lo cual nos hará llegar aún más pronto, ya que nunca debemos de olvidar que somos el producto de ese pasado; hoy día somos un presente cimentado en la ideología, los preceptos documentales, en cada uno de los clérigos y laicos que han contribuido a fortalecer la Compañía de Jesús.
Desde la fundación de la Compañía de Jesús, la relación que existe con la educación, específicamente con los libros, no se limita a la unilateralidad de la lectura, sino con el intercambio de conocimiento, que va desde la recepción, difusión y reproducción; en una primera instancia se priorizaba la misión evangelizadora, aunque paulatinamente abarcaron ideas más humanistas propias de la época y que solo fueron interrumpidas por el periodo de persecución del cual fueron víctimas.
Una prueba de la herencia en la producción escrita jesuita la encontramos hoy día, en el Archivo Histórico Loyola lugar donde se encuentra material de tipo eclesiástico y filosófico, que a lo largo de su historia ha reunido fondos que suman aproximadamente quince mil volúmenes, que van desde libros antiguos escritos por los propios jesuitas entre los siglos XVI y XVIII, la biblioteca Ignaciana que está especializada en la vida y obra de San Ignacio de Loyola así como una biblioteca moderna con publicaciones de los siglos XIX y XX.
El desarrollo jesuita desde su fundación es llamativo al igual que sus instituciones educativas, tan llamativo como la relación que se creo entre el libro y el lector gracias al progreso de la imprenta. Aquellas colecciones privadas o archivos fueron creciendo de a poco hasta desembocar en bibliotecas cada vez mayores, las cuales contenían amplias colecciones de distintos temas, no solo de teología o filosofía; artes, humanidades, lógica o hasta metafísica eran textos que se desarrollaban impulsados por la propia constitución Jesuita (Loyola, 1556), así como la época del barroco e Ilustración que se vivía a mediados del siglo XVI.
A la par del crecimiento de los colegios, la ideología humanista y la producción de libros, destacan las bibliotecas jesuitas las cuales resultan ser modelo reproducción y establecimiento de políticas que regulen su funcionamiento gracias a la Regulae Praefecti Bibliothecae (Reglamento del Gobernador de la Biblioteca); documento que constan de doce puntos y en los que el legislador señala las obligaciones del encargado de la biblioteca y las normas de uso para todo aquel que quiera acceder a la colección de libros. En este punto, el espíritu del reglamento es claramente restrictivo en cuanto a la facilidad de acceso al fondo, ya que el pensamiento de la Compañía de Jesús fue, desde su fundación, que el acceso a la información debía estar mediatizada por la autoridad eclesiástica, para salvaguarda de la ortodoxia católica. Con este tipo de regulaciones se inicia un proceso de estandarización en cuanto las políticas de funcionamiento de las bibliotecas pertenecientes a los Colegios jesuitas.
Tanto fue el auge de las instituciones educativas jesuitas, que un grupo de miembros y académicos de estas instituciones elaboraron el Ratio atque Institutio Studiorum Societatis Iesu (Plan oficial de estudios de la Compañía de Jesús) o mayormente conocido como Ratio Studiorum. (Plan de estudios) La creación de este plan sirvió para consolidar un plan general, ya que al inicio cada institución creo uno propio y fue con este Plan, que la Compañía de Jesús logro direccionar la educación hacia una formación más humanista, centrada en el conocimiento experiencial, el diálogo y la comunicación educativa entre maestros y estudiantes. Su objetivo es la formación completa del hombre libre, cambiante, y perfectible, promover su dignidad como persona mediante el pleno desarrollo intelectual, moral y religioso.
Así es como en este trayecto histórico documental recaemos en lo que la historiadora francesa Julia Dominique denomina “…desde el origen, la relación de la Compañía al libro fue encarada como un vínculo activo puesto que la tradición recibida podía ser alterada en función de las exigencias del presente”. Teniendo este pasado como referente es como el rumbo de la Biblioteca Interactiva Pedro Arrupe SJ se orienta hacia el futuro, con preceptos ideológicos claros que tienen como punto central la democratización del conocimiento.