La historia de la independencia de México es frecuentemente reducida a fechas y personajes que, si bien son icónicos, no explican completamente la complejidad del proceso. Los estudiantes suelen enfrentarse a una narrativa simplificada que deja preguntas sin resolver: ¿cuándo comenzó realmente la independencia? ¿Por qué celebramos el 16 de septiembre de 1810 como fecha principal? En este artículo, revisaremos diez momentos clave que suelen pasar desapercibidos, con el fin de desmitificar algunos aspectos y ampliar la comprensión de la independencia más allá de los héroes tradicionales.

Primero. La lucha por la independencia inicia en el año de 1808 precedida por la ocupación napoleónica en la Península Ibérica. Es así que la invasión francesa llevó a la abdicación de Carlos IV y, posteriormente de Fernando VII en favor de José Bonaparte; lo cual repercutió en Nueva España a partir de la interrogante ¿las Colonias deberían permanecer fieles a la nueva administración francesa o defender la legítima monarquía de Fernando VII? Aunque la independencia de la Nueva España no se planteaba aún de manera abierta, la crisis monárquica generó el primer cuestionamiento sobre la soberanía y la lealtad en el virreinato.

Segundo. Ante la incertidumbre, Francisco Primo de Verdad y Ramos, Juan Francisco Azcárate y Fray Melchor de Talamantes, protomártires de la lucha de independencia, propusieron al Virrey Iturrigaray la creación de un gobierno provisional que asumiera las decisiones en la ausencia de Fernando VII (SEDENA 3, 2019, p. 2). En otras palabras, quedaba abierto el cuestionamiento de fidelidad hacia un rey u otro, los cual inició una confrontación de poder entre criollos y peninsulares.

Tercero. Las acciones del Virrey Iturrigaray, mediante los consejos de Primo de Verdad, Azcárate y Talamantes, no pasaron desapercibidas por los peninsulares y estos recurrieron a la figura de Gabriel de Yermo quien realizó un conjunto de peticiones un tanto autonomistas (Ruiz de Gordejuela, 2012, p. 78) para llevar a cabo un golpe de Estado que sustituyera en el poder a Iturrigaray por Garibay, sin derramamiento de sangre, pero que a la postre sí realizara la aprehensión de los simpatizantes autonomistas (Ruiz de Gordejuela, 2012, p. 101).

Cuarto. En el escenario de la relativa calma que significó el apaciguamiento del gobierno provisional, José Mariano Michelena, José María García Obeso y Fray Vicente de Santa María, realizaron reuniones sociales un tanto exclusivas en las que se debatían temas de política. Este antecedente los llevó, en 1809, a fraguar la Conspiración de Valladolid, que no alcanzó a consumarse, pero abarcó principalmente dos puntos:

  1. Si España sucumbía ante el ejército francés, los americanos podrían resistir y conservar la Nueva España para el legítimo soberano, Fernando VII;
  2. Y, si por defender el reino se les perseguía, debían buscar los medios para protegerse y sostenerse. (SEDENA 2, 2016, párr. 2)

Quinto. Sucesivo a la Conspiración de Valladolid, la Conspiración de Querétaro sumó algunos de los héroes más rememorados de nuestra historia: Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez, Josefa Ortiz y a otros un tanto cuestionados: Arias y Abasolo. La mayoría de ellos, eran parte del ejército Realista o tenían alguna cercanía con el gobierno. La unión de estos conspiradores, en realidad estaba muy asociada con las ideas de Primo de Verdad y tenían objetivo de “formar una Junta de Gobierno […] que gobernaría en sustitución del virrey” (Fabián, 2015, p. 2).

Sexto. Una vez descubierta la Conspiración de Querétaro, Hidalgo y Allende, dieron inicio al movimiento armado el 16 de septiembre de 1810 en el pueblo de Dolores. Sin embargo, sus intereses no eran en realidad los mismos. De acuerdo con Galena (2015), Hidalgo vitoreo a Fernando VII como una máscara para conseguir su principal interés: la total independencia de España (p.18); mientras que Allende, según Villoro en Rivas (2013), tenía el proyecto de “formar una junta que gobernara a nombre de Fernando VII” (p. 163).

Séptimo. Tras las muertes de Hidalgo y Allende en 1811, Morelos y López Rayón hicieron parte de la continuidad de la lucha de sus predecesores. A diferencia de Hidalgo, Morelos tenía una visión más clara de la independencia y buscaba no solo la liberación de España, sino también la construcción de una nueva nación basada en principios republicanos; mientras que Ignacio López Rayón mantuvo una postura más conservadora, abogando por la formación de una junta que gobernara en nombre de Fernando VII (mencionado por tercera vez). Pese a que sus ideas se contraponían, ambos obtuvieron éxitos a favor de la construcción de México. Morelos, asistido, además, por la información de Leona Vicario y el ímpetu de lucha de los Matamoros, los Galeana y los Bravo; y ambos por el éxito jurista que los hizo inolvidables en la historia.

Octavo. Una vez que la lucha de Morelos se eclipsó tras su captura y fusilamiento, parecía terminada la insurgencia; sin embargo, en el occidente, aún quedaba una vela: la familia Moreno. Rita y Pedro continuaron la resistencia que sacudió algunas derrotas a los realistas. Aunque sin duda, la escalada de esta lucha fue posible tras el arribo del español Francisco Xavier Mina, quien poco tiempo atrás fue motivado por Fray Servando Teresa de Mier para luchar contra el absolutismo en México (SEDENA 4, 2019, pp. 1-2); no obstante, aunque fuera efímera su intervención, esta mantuvo el gran logro de continuar la llama encendida que habría de motivar a su sucesor.

Noveno. La penúltima fase del movimiento de independencia fue testigo de militares guerrilleros de excelencia: Vicente Guerrero y Ascencio Alquisiras. Estos personajes, causaron algunos malestares importantes a los realistas. Aunque no representaban una amenaza potencial fuera de la región sur del virreinato, sus acciones repercutieron en la renuncia de Armijo (SEDENA 4, 2019, pp-3-5), la sustitución de este por Iturbide y con ello los primeros acercamientos de la paz armada que llevaría la lucha a la consumación de la independencia.

Diez. Finalmente, la consumación de la independencia ve la luz mediante el ingenio de Agustín de Iturbide, un militar realista. 1821 marcó el final de once ensangrentados años de lucha tras sucesos continuos previos al ascenso de Iturbide: 1. La Conspiración de la Profesa, 2. Las cartas con Guerrero, 3. El Plan de Iguala, 4. La formación del Ejército Trigarante, 5. La firma de los Tratados de Córdoba y 6. La entrada triunfal y firma del acta de independencia el 27 y 28 de septiembre respectivamente.

El aporte de Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu es un hecho histórico que no es reconocido de manera habitual por la población y los gobiernos, pues la enseñanza tradicional de la historia lo relaciona más con sus errores que con sus virtudes. Tal vez, en un país tan necesitado de símbolos heroicos, nos convenga recordar que los hombres y las mujeres detrás de la historia, con sus virtudes y defectos, son los que forjaron el destino de una nación más allá de las simplificaciones heroicas o villanescas.

Dicho de otra manera, la independencia no fue un logro exclusivo de los insurgentes, ni de los liberales o los conservadores; fue una creación colectiva, una amalgama de esfuerzos que, aunque a menudo olvidados, deben ser rescatados para comprender en su totalidad el México que emergió de ese proceso.

Y así, a medida que celebramos la independencia, debemos preguntarnos: ¿a quiénes hemos olvidado, y por qué? Pero, sobre todo, por qué no reivindicarnos gritando también:

¡Viva Francisco Primo de Verdad y Ramos!

¡Viva Juan Francisco Azcárate!

¡Viva Fray Melchor de Talamantes!

¡Viva José Mariano Michelena!

¡Viva José María García Obeso!

¡Viva Fray Vicente de Santa María!

¡Viva Ignacio López Rayón!

¡Viva Rita Pérez de Moreno!

¡Viva Pedro Moreno!

¡Viva Francisco Xavier Mina!

¡Viva Fray Servando Teresa de Mier!

¡Viva Ascencio Alquisiras!

Y, ¿por qué no? ¡Viva Agustín de Iturbide!


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Referencias

Fabián, G. (2015). Conspiraciones: de Valladolid a Querétaro. de UnADM. . (Original publicado en el 2013)

Galeana, P. (2015). El proceso independentista de México. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.

Rivas de la Chica, AF. (2015). Ignacio Allende: una biografía. Serie Histórica Moderna y Contemporánea, 61, págs. 274.

Ruiz de Gordejuela, J. (2012). El golpe de Estado que frustró la independencia de México. Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.

Secretaría de la Defensa Nacional [SEDENA]. (2010). Natalicio de Juan Francisco Azcárate.

SEDENA. (2016). 21 de diciembre de 1809, conspiración de Valladolid. Gobierno de México.

SEDENA. (2019). Fascículo 1. "La Conspiración de Querétaro". En Momentos Estelares del Ejército Mexicano (pp. 1-12). Colección Memoria.

SEDENA. (2019). Fascículo 3. "La Consumación de la Independencia". En Momentos Estelares del Ejército Mexicano (pp. 1-14). Colección Memoria.

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