Cuenta la leyenda que se tuvo la idea de crear una ciudad que sirviese como apoyo a todos aquellos que cruzaban la ruta de Veracruz hacia la capital de la Nueva España, un lugar poblado solo por españoles, el proyecto iniciado por Fray Julián Garcés Obispo de Tlaxcala se vio consumado en el año de 1531, apoyado por supuesto, de los primeros franciscanos arribados a estas tierras encabezados por Motolinia; así inicia la historia de la Ciudad trazada por los Ángeles. Los primeros vecinos, que estaban perfectamente enterados del «sueño de fray Julián», espontáneamente llamaron a la nueva población como «la Puebla de los Ángeles», usando la palabra «Puebla» como verbo (la acción de poblar) y no como sustantivo  (Louvier, 2006) .

Para 1532 llega la Cédula Real, el acta de nacimiento de la ciudad, firmada por Isabel de Portugal, en la que se indica que el nombre oficial es la “Ciudad de los Ángeles”. La cual se traza como un tablero de ajedrez, conformada por manzanas perfectamente rectangulares, con sus plazas, iglesias y casas, de acuerdo marca la tradición española.

No era tierra de conquistadores, si bien inicialmente fue pensada para ser una tierra de solo españoles, el tiempo fue dando cabida a los indios por ende al mestizaje, a la formación de una cultura propia.

La historia coloca a Puebla como crisol de dos culturas y para entender este significante, resulta fundamental definir la palabra crisol. De acuerdo con Huamán (2016), es un “recipiente refractario generalmente de porcelana que se utiliza para colocar en su interior compuestos químicos que se calientan a temperaturas muy altas. Su función es principalmente calentar, fundir, quemar y calcinar sustancias” (p. 2). A ciencia cierta esta ciudad resulta ser un crisol de talavera para la historia de lo que hoy es nuestro país, el cual no se da por obra de la casualidad, de la fortuna o de otros imponderables, sino que es el resultado de la búsqueda de amalgamar y asentar una nueva cultura con carácter e identidad propia que va adquiriendo conforme pasa el tiempo.

La composición de la sociedad no solo de la Ciudad de los Ángeles o la Puebla de los Ángeles sino de la Nueva España en general iba mas allá de solo definirlos como blancos, indígenas y africanosi  (Cue Cánovas, 1987) , se fue labrando a diario, con el contacto directo inicialmente de los frailes y miembros de la iglesia católica de todas las órdenes religiosas quienes mantienen una mayor interacción con los nativos. Con todo lo que representa la cosmovisión que tenían las dos culturas se inicia el proceso de amalgamiento, ya que, si bien se dan procesos de evangelización a través del bautizo y enseñanza de la religión católica, por la parte nativa se mantenían ciertos usos y costumbres que hasta la fecha se mantienen, ya sea en procesos políticos, culturales y sociales.

El contexto descrito anteriormente, da origen al término de comunidad, si bien no con la fuerza e identidad que tienen actualmente. “Dentro de los lenguajes políticos hispanoamericanos del siglo XVI y no era a partir de éstos que se valoraba y describía a la comunidad política. En cambio, vocablos como república, pueblo, ciudad o reino aparecen utilizados con frecuencia, ya sea en un sentido genérico o para referir a entidades específicas.” (Quijano, 2018).

Una comunidad va intercambiando ideas y conceptos, los cuales son adoptados, aprendidos, desarrollados y en algunas ocasiones mejorados. Podemos tomar de ejemplo desde la elaboración de retablos donde los nativos fueron enseñados por los frailes y estos aprendieron los oficios para poder expresar la cosmovisión que ya tenían, así como la aprendida. En cuanto la temporalidad, se contempla la conmemoración de semana santa, los tiempos para rezar el rosario o la ubicación de templos orientados hacia las puestas de sol, para que esos retablos creados por nativos luciesen y expresaran sus emociones de mejor manera.

Si bien ya se contaba con previos conocimientos astronómicos en estas tierras, prueba de ello son los estudios que se tienen en los que las pirámides y templos también tienen una orientación al sol de cierta forma que se emparejan con las de los templos cristianos.

El comercio inicia con un proceso de conocimiento de productos de exportación e importación, materiales para la preparación de alimentos, elementos que enriquecen en la actualidad la alta gastronomía contemporánea surge desde estas tierras y viceversa

Puebla y México en su actualidad son el cúmulo de culturas que se fueron alentando en nuestras tierras; por las diversas causas que dan pie a la fundación de nuestra Ciudad es que las condiciones de tierra, climáticas, de organización y certeza jurídica, la convierten en un referente ideal para la estadía.

Una ciudad que cuenta con el cauce de un río, con valles, rodeada de volcanes, pero también que la fueron sitiando de templos, conventos; se llenó de tradiciones artísticas y culturales, engalanado por la música celestial de los órganos conventuales que parecían creados y tocados por los propios ángeles; dotada de hospitales y centros de beneficencia, que era paso entre el puerto y la ciudad más importante de la nueva España. Así es como esta comunidad, pasa de ser el crisol de las nuevas tierras al centro de una nueva cultura, en donde se amalgamaría la unión de españoles, indios, criollos y mestizos, todos al final de cuenta son los poblanos de la Puebla de los Ángeles.

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