Puebla, como gran parte del país, lejos de ser un templo o santuario para las personas migrantes en tránsito se acerca más a ser un purgatorio o hasta un infierno. Septiembre ofrece un ejemplo. En una noche fría y lluviosa, un joven caribeño es echado a la calle por personal del DIF poblano. Luego de aguantar el encierro en un albergue por cuatro meses, el día de su cumpleaños 18 es dejado a su suerte en una ciudad y país que no conoce. Viste ropa ligera y porta un crucifijo sencillo en el pecho. Gracias a personas con escrúpulos (una de ella fue despedida de su trabajo por el propio DIF) y a voluntarios de una red local encuentra caminos de hospitalidad.
La Red Jesuita con Migrantes Centroamérica-Norteamérica (RJM CANA) celebró su asamblea anual en Ciudad Juárez, Chihuahua, y El Paso, Texas, del 30 de septiembre al 4 de octubre. La Universidad Iberoamericana Puebla fue una de las 32 organizaciones de la región, entre Panamá y Canadá, que participaron y a las que se sumaron dos organizaciones más del Caribe: República Dominicana y Haití. Es la primera ocasión en cerca de dos décadas que esta asamblea de la red, en modalidad de sede binacional, cruza la frontera estadounidense para conocer a ambos lados el trabajo comunitario en favor de las personas migrantes, desplazadas y refugiadas en contextos de alta vulnerabilidad.
Mientras que en 2023 nos reunimos como asamblea en San Salvador bajo el lema “Libres de elegir si migrar o quedarse”, este 2024 se vuelve a retomar el lema del Papa Francisco a propósito de la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado (JMMR): “Dios camina con su pueblo”. El pronunciamiento de la RJM CANA de este año estuvo precedido por una luz y una sombra: la histórica toma de protesta de Claudia Sheinbaum Pardo como primera Presidenta de México y una lamentable balacera en contra de 18 migrantes en Chiapas por parte del Ejército Mexicano.
Desde una compleja y muy dinámica región metropolitana también conocida como Paso del Norte, en donde recordamos el incendio en un centro de detención de migrantes del Instituto Nacional de Migración (INM) que le quitó la vida al menos a 40 personas en marzo pasado, la RJM CANA se pronunció por impulsar “el diálogo en todos los niveles y acciones que transformen la discriminación, el racismo y la xenofobia en caminos de hospitalidad”. La noticia del nombramiento del Gobernador de Puebla Sergio Salomón Céspedes Peregrina como nuevo comisionado del INM a partir de diciembre nos tomó por sorpresa a la mayoría de asambleísta ya de vuelta en nuestros lugares de origen.
Nuestras denuncias como red sobre la profundización de “la militarización, contención y externalización de fronteras” en la región CANA, y sobre cómo estos procesos impactan “en las condiciones en las que se migra, volviéndolas más precarias y peligrosas” se mantendrán durante lo que resta del año y seguramente independientemente de quién triunfe en la elección presidencial de Estados Unidos. Anticipamos que el discurso gubernamental mexicano sobre “las causas estructurales” que provocan el tránsito migratorio junto al mantra internacional de una “migración ordenada, segura y regular” también se mantendrán una vez que el comisionado Francisco Garduño deje su cargo. Ya la nueva Presidenta mexicana evitó en su discurso inaugural usar palabras o referencias a “migrantes” y “refugiados”, optando por mejor referirse a “nuestros paisanos y paisanas, héroes y heroínas que viven en Estados Unidos”. El segundo piso de la 4T deja muchas dudas acerca de buscar reducir la brecha discursiva entre políticas migratorias punitivas y violaciones a derechos humanos; ensalzando a “nuestros” migrantes e invisibilizando a personas migrantes de otros países.
¿Hasta cuándo los gobiernos mexicanos buscarán una verdadera congruencia política en lo que al trato de personas migrantes internacionales se refiere? ¿Por qué las y los gobernantes en México prefieren esclavizarse a una geopolítica inhumana (regional y mundial) hiper- “securitizada”, aderezada con eufemismos y descoordinaciones diplomáticas, en lugar de explorar nuevas vías políticas que pongan en el centro la dignidad y los derechos de personas trabajadoras que buscan mejores oportunidades de vida? ¿Cómo podemos construir caminos de hospitalidad hacia las personas migrantes y refugiadas en México? Nuestra esperanza es que el INM con Sergio Salomón, bajo una “nueva política migratoria mexicana sheibaumniana”, más que un templo de abusos y corrupción pueda promover caminos de hospitalidad, diálogo, congruencia y justicia. Las universidades, organizaciones y redes de la sociedad civil con experiencia en el acompañamiento a las personas migrantes y refugiadas partimos de dos exigencias muy sencillas: cumplir con lo que dice la ley y dialogar.