De manera inesperada y sin dar ninguna explicación públicamente, la fiscal de Guerrero solicitó una licencia de seis meses sin goce de sueldo, en medio de la peor crisis de violencia y narco-política que vive el estado.

Para Sandra Luz Valdovinos Salmerón, la exfiscal guerrerense, la tercera fue la vencida.

Ella no formaba parte del grupo político de Félix Salgado Macedonio, el senador morenista y papá de la gobernadora, quien es el mandamás en el estado. Salgado Macedonio quería poner de fiscal a su operador Ludwig Reynoso (el tristemente célebre funcionario que brindaba e inauguraba en Acapulco un foro minero la misma noche que el huracán Otis ya estaba encima del puerto). Pero no lo dejaron y lo tuvo que colocar en la Secretaría de Gobierno estatal. La Fiscalía quedó encomendada al secretario de la Defensa Nacional, general Luis Cresencio Sandoval, quien para intentar pacificar el estado mandó a la teniente coronel Sandra Luz Valdovinos Salmerón, especializada en justicia militar. Así que cuando llegó al cargo y le pidieron reportarle a la gobernadora y a su papá, ella se negó y les dijo que su jefe era el general secretario. Esa fue la primera.

La segunda fue más grave. Según me revelan fuentes de primer nivel en el estado, le pidieron cerrar las carpetas de investigación por acoso y abuso sexual en contra de Félix Salgado Macedonio. Querían desactivar los casos que han descarrilado la carrera política del senador morenista. La fiscal se negó a cancelar los expedientes y entró de nuevo en choque con quien manda en Guerrero.

La tercera, que fue la vencida, fue la consecuencia natural de la creciente desconfianza. Le pidieron que avisara a las autoridades estatales de los operativos que iba a realizar: dónde, cuándo, a qué hora. Su respuesta, según fuentes informadas en el estado, radiografía la desconfianza en el grupo morenista que tiene a Guerrero en el puño: si les digo dónde voy a hacer los operativos me van a terminar matando a mí.

Cuentan que la gobernadora Evelyn Salgado pidió al presidente AMLO la cabeza de la fiscal y él se la concedió, tras platicarlo con el general secretario.

En el camino, Guerrero se ha vuelto el símbolo del control del crimen organizado sobre una sociedad. Por días, las ciudades más importantes del estado —Acapulco, Chilpancingo, Taxco, Ixtapa-Zihuatanejo, Iguala— se han vuelto pueblos fantasmas porque la gente no sale de su casa por miedo, el transporte público no funciona por las amenazas de extorsión, y cierran escuelas y comercios. En un municipio dieron armas a niñas y niños para que la hicieran de policías. Hay drones atacando poblaciones. Apenas antier mataron a 17 en un mismo episodio. El líder del cártel de Los Ardillos da una entrevista contando cómo López Obrador recibió financiamiento del narco y cómo las autoridades morenistas que actualmente gobiernan en Guerrero también. Ya tuvo que entrar la Iglesia a negociar la paz con los líderes criminales. Y el presidente López Obrador reconoció antier que, con tal de no enfrentar a los criminales, dio la orden a la Guardia Nacional de permitir que una organización criminal “tomara Chilpancingo”, ni más ni menos que la capital del estado.

De ese tamaño es el pacto. Y ya vienen las elecciones.

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