La única oposición real que enfrenta el régimen de la presidenta Sheinbaum no está en México. Está en Estados Unidos y se llama Donald Trump. El verdadero contrapeso ante la incontenida acumulación de poder de Morena vive en la Casa Blanca. Desde el gobierno americano han llegado las más duras críticas y las más severas acusaciones que realmente han cimbrado al partido en el poder. Y es el gobierno de Trump la verdadera y única amenaza que enfrenta Morena en su ruta para seguir ganando elecciones y manteniéndose en el poder (a fin de cuentas, eso es por definición una oposición política).
Donald Trump ha difundido como nadie el diagnóstico de que el gobierno mexicano está coludido con el crimen organizado. El desprestigio que ha acarreado ese señalamiento está aún por medirse. Es una percepción que comparten los electores mexicanos: no hay ciudadano que no haya sufrido en los últimos años los efectos de la política de “abrazos no balazos” que implicó un extendido empoderamiento de los cárteles de la droga ante la mirada pasiva del gobierno que obtuvo de esa alianza réditos económicos y políticos.
No hubo hashtag de #NarcopresidenteAMLO ni de #NarcocandidataClaudia que pueda compararse en fuerza con un comunicado de la Casa Blanca quejándose de los vínculos entre los cárteles y el gobierno, o una declaración de Trump frente a su Congreso acusando que todo México está controlado por los narcos.
Trump es la oposición. Trump tiene en jaque al gobierno de México. Trump le da a México trato de estado fallido. Trump está obligando al régimen a actuar y entregar resultados en seguridad so pena de un castigo. Trump tiene al Mayo, al Chapo, a Caro Quintero, a Los Zetas, y los puede hacer hablar generando un impacto político de proporciones nucleares. Trump tiene en sus manos el botón de desatar en México una crisis económica, que suele ser la debacle electoral para cualquier partido en el poder. Trump le arrebató el control de la agenda y de la narrativa al gobierno. Trump ha logrado lo que nadie: que se vea chiquito a López Obrador y que se vea chiquito al régimen mexicano autoritario, poderoso, sin contrapesos e inmensamente popular. Los ha tenido comiendo de su mano.
La oposición mexicana tuvo que haber hecho eso. O al menos algo de eso. Pero en México la oposición no existe. Ya ni siquiera hay un gobernador de oposición que de pronto se le plante a la presidenta, como en alguna época lo fue Enrique Alfaro. Hoy todos aplauden y echan porras. Las bancadas opositoras en el Congreso son meramente testimoniales, las dirigencias de sus partidos están diluidas, sus discursos carecen de tracción y no conectan con el público, y encima tienen un grado de corresponsabilidad en la construcción de un régimen autoritario porque no tuvieron la destreza política para impedir que el gobierno tomara los órganos electorales y no fueron capaces de construir los amarres de lealtad para que sus legisladores no fueran cooptados por Morena o desaparecieran a la hora de las votaciones clave.
Así que la verdadera oposición es Trump. Pero Trump no está en la boleta.
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